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El hampa ronda las calles de La Veracruz

23 de enero de 2010
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Comerciantes, vendedores ambulantes y trabajadores de los alrededores de la iglesia de La Veracruz y la parte trasera del Museo de Antioquia, aseguran que les da pena cuando son testigos de atracos a quienes visitan el Parque Botero, donde día a día el turismo se robustece, gracias a las esculturas del maestro Fernando Botero.

Quienes viven de trabajar en el parque y en negocios del vecindario advierten que la inseguridad allí proviene de los prostíbulos y de la venta de drogas que funcionan en los alrededores de esos sitios tan concurridos.

"Hace 30 años trabajo por aquí y hace unos 15, después de desaparecer Guayaquil, esto se volvió un sitio de lenocinio. No entiendo por qué el Gobierno permite esto en un sitio que se ha convertido en corazón del turismo de Medellín", se queja un hombre que vende muebles.

Según el ciudadano, el lugar más delicado para la seguridad es la esquina de Cundinamarca con Calibío, carrera 53 con calle 52.

Una de sus compañeras ha notado que sobre todo en el costado que da al muro del viejo Museo de Zea, a cualquier hora, el peatón corre el riesgo de ser asaltado, con la complicidad de algunas de las trabajadoras sexuales.

Quienes caminan en el día por ese sector ven una buena presencia de la Policía, pero, cuando menos lo esperan, son testigos o víctimas del accionar de delincuentes, que utilizan toda clase de estrategias y desafían esa vigilancia para apoderarse de carteras, billeteras, cámaras y celulares.

Un vendedor ambulante enfatiza que, lastimosamente, donde hay mujeres que venden su cuerpo, como ocurre en este sector, no es difícil encontrar delincuentes camuflados entre ellas, aprovechando que algunas damas les esconden las armas o hacen "desaparecer" los objetos robados cuando los antisociales son sorprendidos por la Policía.

Un peluquero que trabaja en una de las barberías del lugar siente vergüenza cuando un turista es atracado por estos ladrones, en su mayoría morenos y jóvenes con aspecto de provenir de otras regiones del país.

"En el día -asegura- se ve mucha policía, mucha vigilancia, incluso de esos celadores informales que dicen que son de las Convivir, pero estos hampones se las ingenian para robarle a la gente", dice.

"Unos -explica- utilizan el método del cosquilleo (sacarle con agilidad los objetos que la víctima lleva en los bolsillos)". O entre varios, incluyendo mujeres, arrinconan al transeúnte y, en algunos casos, lo acuchillan, para robarle sus objetos de valor. Luego desaparecen con rapidez entre la multitud.

Si eso ocurre en el día, la noche allí no es menos azarosa, sobre todo porque después de las 8:00 p.m. se ve muy poca policía y así lo pudimos constatar durante dos noches que estuvimos hasta las 10:00 p.m. recorriendo el sector.

Con la poca luz del alumbrado público, la esquina de la carrera 53 con la calle 52 se convierte en una trampa para los peatones y turistas que deben pasar por allí a coger bus o por sus carros estacionados en el parqueadero que hay detrás del Museo de Antioquia.

Lo constatamos el pasado viernes, a las 9:00 de la noche, cuando un hombre de cabello rubio, de unos cuarenta años, fue víctima de las bandas de asaltantes que merodean el lugar. El ciudadano caminaba un poco tragueado por el pasaje peatonal de Carabobo, en el cruce de la calle 52. De uno de sus bolsillos sacó el celular como para hacer una llamada y un hombre de piel negra, de mediana estatura y acuerpado, con la velocidad de un rayo le quitó el teléfono y siguió caminando tranquilo hacia la avenida De Greiff.

La víctima intentó enfrentarlo, pero el delincuente lo amenazó con una navaja. En ese momento entró en acción un joven delgado, de casi 1,80 metros de estatura, quien trató de hacerlo caer protegiendo a su compinche.

Angustiado, el transeúnte gritó: "¡auxilio, auxilio!, dónde hay policías, ayúdenme", pero nadie respondió. De las bancas que rodean el parque se pararon varios hombres jóvenes, quienes rodearon al delincuente, para evitar que la víctima recuperara su objeto robado.

A pesar de ello, el hombre siguió insistiendo hasta que el moreno se impacientó y le lanzó una cuchillada que milagrosamente pudo esquivar.

Al verse solo e indefenso, el ciudadano optó por perder su celular y continuó caminando por Carabobo, rumbo al Sur.

El secretario de Gobierno (e) de Medellín, César Arango, sostiene que la Estación Candelaria de la Policía está encargada de ese sector y que por ello pondrá a su comandante en conocimiento de tales irregularidades.

En cuanto a la queja de los vecinos por los prostíbulos que rodean estos sitios turísticos de la ciudad, anota que "hay que analizar las condiciones jurídicas de los negocios que permiten estas actividades y si es posible aplicarles la Ley 62, que es la que regula estos establecimientos de comercio".

La Veracruz y el Museo de Antioquia son una realidad turística que requiere un mayor compromiso del Estado y de todos los medellinenses, para que los atracos no se vean como algo más de la vida de la zona.

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