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El maestro volvió a Manrique

25 de octubre de 2008
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Puede recordar con exactitud el hueco junto a la puerta del salón por el que se pasaba notas con su novia de entonces y el lugar que ocupaba en el pequeño comedor a la hora del almuerzo.

Son detalles que reviven cada vez que Andrés Orozco visita el Instituto Musical Diego Echavarría, un lugar definitivo en su formación musical, la misma que unida a un talento excepcional, lo llevó a dirigir la Orquesta Filarmónica de Graz, la segunda ciudad más importante de Viena.

Poco ha cambiado en esos lugares que recorrió durante su infancia y su adolescencia en Medellín.

De esta ciudad en la que nació y vivió hasta los 17 años, no olvida Manrique, el barrio en el que dio sus primeros pasos y en el que tocaba tambor en la chirimía de su tío.

También están presentes los partidos de fútbol con los amigos en el atrio de la iglesia y después, su adolescencia en Envigado, en una unidad cerrada. Allí tenía el apodo de Beethoven, pues todas las tardes llegaba del colegio cargando su violín.

Cuando viajó a Bogotá a adelantar sus estudios de música en la Universidad Javeriana, no se imagino que la vida lo traería a Medellín y Bogotá, como director de sus orquestas.

Se fue como un estudiante y regresó convertido en el maestro Andrés Orozco, un músico consagrado en el difícil y competido mundo de la música clásica.

Viajó a Viena hace 11 años con sus ahorros y la ilusión de convertirse en director de orquesta. Quería estudiar en la Universidad de Música y Arte Dramático de Viena.

No era fácil, pues entre cientos de aspirantes, se otorgaban 12 cupos. Él obtuvo uno.

Aún sin terminar sus estudios, se presentó a un concurso para dirigir la orquesta de una universidad politécnica. Era un colombiano que competía con un 90 por ciento de aspirantes austriacos. Fue rechazado.

Sin embargo, dos semanas después lo llamaron por recomendación de su universidad y le pidieron que realizara una audición. "Fue un mero formalismo ya habían elegido a otra persona, presenté la audición sin nada que perder", señala.

Fue tal el entendimiento con la orquesta, que la audición casi sin darse cuenta se extendió a una hora. Obtuvo la plaza de inmediato.

De ahí en adelante comenzó una ascendente carrera. Fue llamado para dirigir la Sinfónica de Graz, la segunda ciudad de Austria y el año entrante, será el titular de la Tonkünstler Orchestra, una de las más importantes de Viena.

Ya se acostumbró a que le llamen "Maestro". Confiesa que al principio le causaba una sensación extraña, pero al mismo tiempo de orgullo al sentir que los demás lo veían como merecedor de ese título. Claro que no le molesta que le llamen simplemente Andrés o señor Orozco, como le dicen en Viena.

Porque sigue siendo un hombre sencillo, que vibra con la salsa y la música de Presuntos Implicados, que puede sentarse en una panadería a comerse un buñuelo con una gaseosa, y que se emociona al recordar las pilatunas infantiles, que sacaban de quicio a los profesores.

Nunca se sintió discriminado por ser colombiano, es más, asegura que en Austria no se valora a las personas por lo que tienen, ni por su cuenta bancaria, sino por su trabajo y su conocimiento, por esta razón, en ese país pudo desarrollarse como músico, explotar su talento. Recuerda que al igual que sus compañeros colombianos, llegó con muchos complejos, pero el tener una manera propia de sentir la música -un poco latina si se quiere- lo ha llevado a ser aclamado en toda Europa.

Entre su trabajo en la Sinfónica de Graz y la Filarmónica de Bogotá, de la cual es director asociado, le queda poco tiempo libre.

Pero esta semana, volvió a su casa en Envigado y regresó a Manrique. Recorrió con alegría el bosque de su colegio, se reencontró con sus profesores y con la directora, que les prohibía jugar fútbol -una de las cosas que más le gustaba- para que no se estropearan las manos.

Buscó el agujero en la puerta del salón, el mismo por el que hace 15 años se pasaba cartas con su novia del colegio. Comprobó, con una ligera desazón, que ya no existía.

Y después de este viaje en el tiempo, volvió a los ensayos de la orquesta, a sus queridos compositores y a la dirección, ese sueño que lo llevó lejos de Medellín, pero que también le ha traído la alegría del reencuentro.

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