En el siglo XVI, Nicolás Maquiavelo escribió El Príncipe, un completo manual que describe las cualidades necesarias que requiere un gobernante para llegar y mantenerse en el poder.
Mientras con su pluma le daba personalidad al personaje, seguramente Maquiavelo no imaginó que siglos después, en nuestros días, aparecería un hombre acomodado que llegaría a ser el presidente de los colombianos, que se comportaba como un príncipe, y que tendría actuaciones idénticas a las del protagonista de su obra.
El príncipe de los colombianos, al igual que el creado por Maquiavelo, sabía que en su presupuesto estaba el convertir en su enemigo a quien ofendió al ocupar el principado y perder a los amigos que le ayudaron a adquirirlo.
El vacío de la pérdida sería ocupado rápidamente por nuevos amigos.
Al recibir el poder, el príncipe de los colombianos descubrió que era uno del tipo descrito por Maquiavelo como "príncipe débil", el cual debe evitar la fuerza y recurrir a la astucia, y no ser esclavo de su palabra, sino de su conveniencia.
El príncipe de Colombia, investido de comandante en jefe, recordó que el príncipe de la obra de Maquiavelo decía: "si puedes matar a tu enemigo, hazlo; si no, hazte amigo suyo" y quiso superarlo. Y sin ningún pudor se puso a negociar con la guerrilla, su enemigo".
Nuestro príncipe tiene licencia para bombardear a los enemigos con quienes negocia, porque utiliza sin problemas la máxima del príncipe de Maquiavelo: "la fuerza es justa cuando es necesaria".
El príncipe colombiano también tiene convencido al pueblo de que la clemencia, lealtad y humanidad que le brindaba a la guerrilla podía ser todo lo contrario en el momento preciso.
Al igual que El Príncipe de Maquiavelo, quien sabía que el pueblo no podía ver más allá de las apariencias, el nuestro gobernaba según las encuestas. Pero las encuestas muestran al príncipe de Colombia cayendo sin remedio.
El príncipe de Colombia analiza y concluye que su futuro está en manos de sus dos peores enemigos: el hombre que lo llevó al poder y la guerrilla.
Rápidamente se acordó que iba contrariando la máxima expresión del Príncipe de Maquiavelo que decía: "El enemigo de mi enemigo es mi amigo".
Es un momento difícil para el príncipe de los colombianos: No tiene control sobre su futuro. Todos sus días son aburridos, pues su agenda depende de lo que proponen sus dos enemigos: la guerrilla y el hombre que lo llevó al poder.
Gran parte del pueblo -no la prensa-, observó al príncipe de Colombia dándole la espalda al hombre que lo llevó al poder. Probablemente por eso algunos le retiraron sus afectos. Por algo, El Príncipe de Maquiavelo decía: "El que es elegido príncipe con el favor popular debe conservar al pueblo como amigo".
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