En la guía turística de San Pedro de Urabá, el Salto del Ají aparece como una atracción remota, escondida entre matorrales, esperando la visita de los exploradores aventureros para que la descubran.
Pero está más cerca de lo que uno piensa. Así lo dice la joven y entusiasta secretaria de Gobierno de San Pedro, Enedith González, "Está a 45 minutos, no muy lejos". Es más, un lugareño se acerca al periodista y le dice que caminando la cosa puede demorarse una hora y media como máximo, y es un viaje "suave".
Así que el tour sale hacia el mediodía con dirección El Salto del Ají. Es un camino destapado en el que se pueden encontrar burros solitarios intentando evadir su servicio rutinario y niños felices atravesándose a cuanto vehículo pasa por allí.
Entre las piedras
El calor del mediodía pega duro y pesa sobre los hombros de los nuevos expedicionarios. A los 45 minutos, exactamente, el vehículo se detiene frente a un letrero pintado a mano que da la bienvenida al lugar.
Los tres aventureros, periodista, fotógrafo y conductor caminaron por un sendero, saludaron a una familia que cocinaba su almuerzo en un fogón de leña, alejados del ruido, conversando entre ellos. Después de cinco minutos, orientándose por el ruido del agua cayendo, se llega al salto. Es una experiencia tranquilizadora, un encuentro con la paz de la naturaleza.
Acto seguido, el periodista se quita la ropa y con pantaloneta de baño se sumerge en las aguas prístinas de este lugar espléndido. De inmediato un banco de peces diminutos se acercan a reconocer al nuevo intruso y lo muerden tímidamente.
La sensación es de estar en pleno contacto con la naturaleza. El fotógrafo toma sus imágenes, el periodista se baña una, dos veces más en este rincón maravilloso de la naturaleza del Urabá antioqueño y todos se sienten como en un rincón del paraíso.
Reserva forestal
Al regresar, la funcionaria nos revela que esa no es la única maravilla forestal de San Pedro de Urabá. Que el Salto del Ají hace parte de un proyecto de reserva forestal, llamado Macondo.
Está ubicado a 20 kilómetros del casco urbano con una extensión de 95,6 hectáreas y según Ricardo Torreglosa Rainero, de la Umata de San Pedro, se pueden encontrar un bosque de especies nativas como cucharo, ceibas tolvas, oyeto, volandero, vara china, caucho montañero, brasilete, almendros, canine y otras más.
Además de animales como en un zoológico de primera línea: monos tití, colorado y machín, tigrillos, guacamayas, armadillos, osos perezosos y hasta puercoespines.
"La idea es crear un parque temático. Hasta ahora el proyecto tiene un costo de 560 millones de pesos, pero necesitamos la ayuda del Ministerio del Medio Ambiente y de entidades como Corpourabá y el Incoder", explicó Ricardo.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6