El dolor, el sufrimiento, son inherentes a la persona humana. Es un hecho, una experiencia, una vivencia, por el mal que hay en el mundo.
La voluntad de Dios no es la causa del sufrimiento humano.
Él quiere nuestra felicidad pero respeta la libertad del hombre que indebidamente empleada ocasiona el mal y el pecado que frecuentemente traen consigo el dolor y el sufrimiento.
Él respeta también la naturaleza y las leyes que la rigen, que muchas veces, desbordadas, producen tragedia, destrucción y muerte.
El sufrimiento humano es la consecuencia normal de la fragilidad física y moral de la humanidad y de ese mundo material que la rodea.
Quien dice "devenir material" dice también desgaste, deterioro, pérdida de vigor y de vitalidad. Dice dolor, sufrimiento y muerte.
El Hijo de Dios, al hacerse Hombre, sin dejar de ser Dios, asumió nuestra naturaleza humana, fue totalmente Hombre, menos en el pecado. Asumió también la fragilidad y la vulnerabilidad humanas. Sintió hambre, sed, cansancio. Sufrió la traición de Judas, la triple negación de Pedro; las críticas, la persecución y, por fin, la dolorosa pasión y muerte en una cruz, en medio de dos ladrones.
Fue Jesucristo, nuestro Redentor, quien con su amor y su dolor dio sentido trascendente a nuestro dolor.
San Pablo decía, en su carta a los Colosenses: "Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros y suplo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su Cuerpo que es la Iglesia".
Dios no nos manda tal o cual dolor pero nos invita a ofrecerlo y a unirlo a todo su dolor. El dolor, el sufrimiento, para muchas personas ha sido la oportunidad de descubrir a Dios, presente en sus vidas. Nos hacen más comprensivos con el que sufre, nos dan sentimientos de compasión, de solidaridad con el dolor del otro. Estimula en nosotros la fe, la esperanza y el amor.
Tu dolor, mi dolor, son una pequeña cuota en el dolor del mundo. Para algunos, para muchos, son grandes dolores que nos parecerían insoportables, pero que cobran sentido si se ofrecen y se unen a los dolores redentores de Jesús.
Ahora, en este tiempo de Pascua, recuerdo estas frases:
"La Cuaresma mira hacia la Pascua. Después de muerto, Cristo resucitó y yo hago un camino pascual. Cada experiencia de sufrimiento puede ser fuente de vida. Podemos salvar desde las heridas".
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