La imagen de una Iglesia lejana al ciudadano que algunos han querido vender para desprestigiarla pasa, sin duda, por los mitos que muchos tienen de creer que la justicia es sólo para unos pocos, que además son ricos y pueden esperar todo el tiempo del mundo para que les solucionen sus problemas.
El Tribunal Eclesiástico Regional, con sede en Medellín, lleva 40 años cargando la cruz de la desinformación y la mala propaganda frente al papel que cumple en uno de los aspectos más importantes del ser humano: el matrimonio.
El Presidente del Tribunal, Rodrigo Durango , no anda con rodeos para desmontar esos imaginarios prefabricados.
Se dice que el acceso al Tribunal es difícil, que los procesos son largos y muy costosos. ¿Es cierto?
"Las tres premisas son falsas. En primer lugar, el acceso al Tribunal es para todos. No hay distinciones de ningún tipo. La Iglesia tiene claros los derechos de las personas, y los servicios de la administración de justicia, que es lo que hace el Tribunal Eclesiástico, no son la excepción. Segundo, los costos no son como la gente piensa. Hay mucha desinformación.
Incluso, muchos procesos se hacen de manera gratuita, debido a que existen personas que no tienen ni siquiera para pagar los gastos del proceso.
Los costos siempre están en proporción de las capacidades económicas. Es más, existe la posibilidad de diferir los costos hasta por ocho meses, o en dos cuotas, una cada cuatro meses".
¿Y cuánto dura un proceso de nulidad?
"Ordinariamente, se demora un año. Estamos trabajando para acortar un poco más el tiempo. Todo depende del número de casos que se nos presentan. En estos momentos son unos 680 por año. Tenemos seis salas trabajando y se distribuyen proporcionalmente, eso sí, respetando el turno de llegada de las demandas. En algunos casos es difícil encontrar a la parte demandada, o los testigos no tienen el tiempo para venir a las citas, y eso alarga el trámite".
Eso ocurre en la primera instancia y ¿en la segunda?
"Sí. Todos los procesos van a la segunda instancia, porque en la Iglesia, cuando son causas de Estado, se necesitan mínimo las dos instancias. Las que se fallan en el Tribunal Regional de Medellín pasan al Tribunal Nacional en Bogotá. La segunda instancia se demora, en promedio, seis meses. Estudian el proceso y ratifican o revocan la decisión de primera instancia. Cuando la decisión de primera y segunda instancia no coinciden, se necesita una tercera, que es el Tribunal en Roma, donde se puede demorar entre tres y cuatro años".
Un matrimonio puede ser la foto de la sociedad. ¿Por qué se anula un matrimonio?
"Las causas son muchas. Ha habido una transformación muy fuerte de la sociedad en la manera de concebir la relación de pareja. En estos tiempos, a veces, ya ni piden el matrimonio, o se contentan con las relaciones de tipo civil. La sociedad anda relajada con el vínculo matrimonial. Dentro de las causales para pedir la nulidad está la inmadurez de las parejas. La formación de los hijos es un tema crítico en el futuro de las familias. Ahora no se les enseña que hay que sacrificarse para conseguir las cosas. No se les enseña a renunciar a las cosas, ni a obedecer. Las repercusiones en el matrimonio son gravísimas. Primero, porque donde no hay capacidad de amar, no hay renuncia. El egoísmo se enquista en la relación y nadie quiere ceder ni compartir con el otro. Menos de asumir responsabilidades.
Otro denominador común es la dependencia de los hijos con los padres. El llamado "complejo de Edipo". Problemas de drogadicción, alcoholismo, depresión y homosexualismo. La misma violencia, que es en todo el país".
Con frecuencia se escuchan frases como "Usted no era así cuando éramos novios". ¿Qué tan importante es el noviazgo para el matrimonio?
"Es el periodo más importante en proyección del matrimonio. Infortunadamente, el noviazgo no es aprovechado de una forma responsable y equilibrada. A un buen noviazgo, un buen matrimonio. Los noviazgos de ahora vienen acompañados con "sexo recreativo", que es el que nubla la realidad. Los jóvenes dicen que ya están muy maduros, que son conscientes, pero se casan y demuestran todo lo contrario. El matrimonio demanda muchos otros elementos: la fe, la familia, el equilibrio emocional. En la vida de la Iglesia hay dos grandes vocaciones: la de ser esposos y la de ser padres".
¿Cómo se trabaja desde la Iglesia para evitar que una pareja tenga que llegar a la decisión de buscar la nulidad de su matrimonio?
"No sólo en Medellín, sino en las demás diócesis, se hace un trabajo muy fuerte con las familias. No sólo con los casados, sino con los niños, los jóvenes. Hacemos talleres con personas que viven en unión libre".
De las parejas que logran la nulidad del matrimonio, muchas lo hacen porque quieren volverse a casar por la Iglesia, ¿por qué?
"En muchas parejas, la fe se mantiene intacta, a pesar de las dificultades. Muchas viven la angustia ante sus hijos de no poder comulgar. Esa es una carga emocional que buscan resolver volviéndose a casar por la Iglesia. Quieren estar en paz con su conciencia. Eso habla bien de esas personas, porque no se quedaron en el error, sino que buscan enmendarlo ante Dios".
¿Son frecuentes los conflictos de competencias entre el Tribunal Eclesiástico y la Corte Constitucional en relación con temas de nulidad del matrimonio?
"Son pocos, pero todos por tutelas. Nos demandan por fallas de procedimiento, aunque encontramos que la mayoría de casos son por desconocimiento sobre cómo funcionan los tribunales eclesiásticos. Vienen a pedir documentos bajo reserva, y no ha faltado que hasta algunos jueces y fiscales nos envíen a agentes de inteligencia para pedir pruebas.
Nunca hemos perdido una tutela. Lo que demuestra la seriedad y la imparcialidad de los procesos que llevamos adelante".
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