En sus 90 años de existencia el Banco de la República ha jugado un importante y trascendental papel en el devenir económico del país, al tiempo que ha sabido adaptarse, de manera eficaz, a las cambiantes realidades que ha debido enfrentar.
Gracias a su capacidad de adaptación y a un manejo prudente y mesurado, ajustado siempre a su misión y principios, dicha institución mantiene, no obstante lo sensible y crucial que tiene su actuar sobre los intereses económicos de los diferentes agentes, un alto reconocimiento entre la opinión pública.
La creación del Banco respondió a dificultades económicas que vivía la Nación a principios del siglo pasado y a la ausencia de una autoridad que regulara la moneda y ordenara la labor de la banca comercial.
De allí que, al fundarse en el año 1923 el Banco de la República, la principal función que se le asignó fue la de velar por el control monetario. Para ello se le autorizó, entre otras cosas, para fijar la tasa de descuento a los bancos comerciales y a afectar las tasas de interés.
La misión de expertos presidida por el profesor estadounidense Edwin Walter Kemmerer tuvo, con sus orientaciones y sugerencias, un papel definitivo en la fundación del Banco.
A través del tiempo, las funciones y el manejo del Emisor han venido cambiando. Así, en 1963, con la creación de la Junta Monetaria conformada por miembros del Gobierno, el Estado reasumió las funciones del estudio y la adopción de las políticas cambiaria, monetaria y crediticia que antes estaban en manos de la Junta Directiva del Banco, la cual era de carácter privado.
Sin embargo, el gran cambio se dio con la Constitución de 1991 cuando se determinó que la Junta Directiva sustituyera a la Junta Monetaria como la máxima autoridad en materia monetaria, cambiaria y de crédito; que el Banco actuara independiente del Gobierno, para lo cual se estableció una nueva composición de su Junta; y que el principal objetivo del Emisor fuera mantener el poder adquisitivo de la moneda.
Con esto último se elevó a rango constitucional el propósito estatal de conservar dicha capacidad adquisitiva a través del control de la inflación.
La fórmula adoptada en la Constitución para asegurar la independencia de la Junta Directiva del Banco de la República se caracteriza por un compromiso entre extremos: no es totalmente independiente del Gobierno, pero tampoco depende de este. Con dicha fórmula se sacrifica parte de independencia pero se gana en capacidad de coordinación entre las políticas macroeconómicas.
A pesar de algunos eventos pasajeros en que desde el Gobierno se ha presionado a la Junta para actuar en determinada dirección, esta ha sabido mantener una relativa independencia del Ejecutivo.
Este actuar le permite mostrar resultados palpables en su lucha contra la inflación. Hoy en día el nivel general de precios no sólo es significativamente bajo sino que el mismo se encuentra dentro del rango meta de largo plazo.
Esto, junto a una destacable estabilidad macroeconómica, ha facilitado una mayor flexibilidad en el manejo de la economía colombiana. Con estos resultados el país sobresale entre sus pares latinoamericanos por su buen comportamiento macroeconómico.
Con el tiempo, el Banco ha construido, además de unas excelentes capacidades técnicas, una apreciable muestra del patrimonio cultural que exalta nuestra riqueza en este campo. Todo esto hace de la institución un valioso y necesario activo de la Nación.
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