Las pinturas de Rosa Vélez están emparentadas con el dibujo; las esculturas, con la pintura.
Quien observa su exposición en la galería Julieta Álvarez, Un gesto un deseo, se da cuenta de que algunos de los personajes de las pinturas -seres humanos vestidos con ropas de muchos colores y desprovistos de cabello- se salieron del cuadro para vivir en la tridimensionalidad de la escultura.
"Cuando estaba en el taller, con el maestro Samuel Vásquez -cuenta Rosa- sentía un inexplicable pudor al mirar a modelos desnudos. Él me decía que no debía sentirlo, porque en el arte no hay inmoralidad. Yo le entendía, pero corría a vestir los personajes de mis obras con ropas coloridas, y a desnudarlos solo en la cabeza: todos son calvos".
El gesto
Rosa Vélez, mediante figuras que no aspiran la hiperrealidad, sino más bien, una distancia con los referentes humanos que representa, consigue dar la expresión y gestualidad de los seres que pinta y esculpe.
Se basa para ello en "fotografías mentales" -así las llama ella-, consistentes en imágenes que ve entre sus parientes, amigos y personas que no conoce y con las que se cruza en la vida.
Le quedan plasmadas en su mente. Y les da contextos que terminan por hablar del personaje o los personajes que pueblan los cuadros.
Contextos urbanos o rurales que no son mero fondo. En sus obras pictóricas no puede hablarse de simple fondo, como algo secundario, sino conjuntos de imágenes muy significativas. Como en el teatro, en el cual todos los útiles que salen a escena están ayudando a contar la historia.
Son obras muy dicientes. Hablan más que la artista, quien parece decirlo todo en sus trabajos y dejar muy poco, casi nada, para contar con palabras.
A una mujer se le ve portando un gran bolso y acompañada de un perro dálmata. "En el bolso tiene el poder y al perro entrega su afecto", dice, tras contar que el referente de esta escena es pariente suyo.
La proxemia de los personajes es importante en sus cuadros. Parejas muy cercanas y visiblemente unidas, unas; otras más bien distantes.
Magia
"Recuerdo que cuando iba al taller, tomaba el bus de la ruta Circular. Y comencé a ver a una mujer bella, una mendiga, y me asombré de que ella era personaje de uno de mis cuadros, elaborado en una época en la que yo no la había visto jamás".
Una relación mística parece tener con el arte. Mágica. "En el arte soy todo instinto, emoción; para nada racionalista ni premeditada".
Y como ella sabe que las distintas manifestaciones artísticas se relacionan, lee poesía y escucha música adecuadas con la obra que esté haciendo.
Hasta los títulos se ven beneficiados con estos aportes: Dime qué deseas; El amor surge de la unión, no es una corriente de una sola dirección; El placer es una vivencia sensorial; El amor le será correspondido mil veces; y Solo para ti...
Y en cuanto al colorido de sus obras, lo explica diciendo que tiene una explosión, una fiesta de color por dentro. Y así debe ser.
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