Antioquia desde sus inicios ha tenido una fuerte vocación tanto en el sector minero como en el energético.
Para sacar provecho de temas como la transformación de la fuerza del agua en energía eléctrica o del aprovechamiento de los minerales que se esconden bajo la tierra, es necesario una formación universitaria que entregue al departamento profesionales que sepan aprovechar los recursos.
La Facultad de Minas de la Universidad Nacional, sede Medellín, es uno de esos espacios que desde hace 127 años forma a ingenieros en las Ciencias de la Tierra.
“En Colombia la formación en estas ciencias ha sido un área fundamental para el país y desde que se comenzaron a formar a los ingenieros colombianos, en la segunda mitad del siglo XIX, se le ha dado la suficiente importancia a esta rama del conocimiento, conscientes de que se trata de áreas estratégicas para el desarrollo nacional”, sostiene Óscar Jaime Restrepo, profesor del departamento de materiales y minerales de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional. Hoy en día se forman en las universidades colombianas ingenieros geólogos, ingenieros de minas y metalurgia, de petróleos y de materiales con formación y capacitación para incidir en el desarrollo nacional.
Su importancia
Para Carlos López, decano de la Facultad de ingeniería de la Universidad de Medellín, es necesario que las empresas que trabajan en el sector minero y energético tengan en cuenta que los ingenieros son necesarios para evitarles problemas desde la construcción de hidroeléctricas hasta temas ambientales.
“ Algunas empresas todavía no ven necesario abrir espacio para los ingenieros ambientales o forestales. Pero son ellos los que conocen de buenas prácticas como la sustitución de químicos para no envenenar ríos o reducir el impacto de la minería a cielo abierto”, agrega el decano.
La formación de los profesionales en esta área del conocimiento se apoya en una fuerte formación básica y adicionalmente se cuenta con la infraestructura de laboratorios que le dan una sólida base conceptual y experimental que optimizan su desempeño. “Es claro que se tienen falencias y debilidades sobre todo en la dotación de laboratorios y prácticas de campo, pero en general se puede afirmar que, aún contando con estas debilidades, el nivel de formación es competitivo y acorde con el desarrollo del país”, concluye Restrepo.