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Entrenamiento para todos los gustos

15 de septiembre de 2009
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Que un perro de raza pequeña da menos problemas que uno de raza grande es un argumento falso a la hora de adquirir un canino.

Las razas, según Luis Fernando Zapata, adiestrador profesional, no se deben generalizar y cada can puede tener su propio temperamento.

Pese a que hay razas nobles, otras agresivas, inteligentes y otras no tanto, no se deben calificar sin conocer al canino.

Después de tomada la elección, el propietario debe tener claro que desde el día que el perro llega a la casa se deben establecer reglas.

Corregir síndromes de agresión, sumisión o inseguridad es parte del completo trabajo que realiza Zapata.

Para llamar al adiestrador no se debe esperar a que el animal acabe con los muebles o la ropa.

Entre lo básico, el propietario puede recibir una charla de tenencia que asesora en aspectos básicos para que el animal respete el orden jerárquico de la casa o aprenda a hacer las necesidades en un lugar fijo.

El adiestramiento de un canino, sin embargo, responde a un proceso de seis semanas o un año según lo que quiera el propietario con el can.

Con el nivel de obediencia básica, aprende las órdenes principales: atender un regaño, saludar con ambas patas, quedarse quieto, sentarse y caminar junto a su dueño.

La recomendación, explicó Zapata, es que el dueño esté presente en 3 o 4 clases, cada una de ellas semanal y de un poco más de una hora.

Los trucos de circo, es decir las órdenes que se salen del comportamiento natural del can, se recomiendan para las casas donde hay niños.

Con ellas, el animal responde a la orden de levantarse en dos patas, arrastrarse o rodar por el suelo y hacerse el muerto.

Los de vigilancia y guardia no son solo para los bancos. En la casa de Felipe, por ejemplo, Pepe es entrenado para la protección de la vivienda y su propietario.

El manejo de un perro que se adiestra para protección civil es muy diferente al de un doméstico.

Para tener un perro de protección, explicó Luis, es obligatorio el uso de cercas y el cartel "perro bravo" de advertencia.

El entrenamiento, que dura un año, exige más tiempo en las sesiones y mayor presencia del dueño.

El animal, dijo, se entrena para que sus puntos de ataque como una pierna, brazo o talón no dañen a la persona.

Es importante que el can sepa cuándo debe atacar con orden o por decisión propia, además que sepa cuando soltar su presa o ladrón, dado el caso.

Pero Pepe, puede ser amigable. Basta con que su dueño diga la palabra "amigo" para que no ataque al visitante.

El trabajo de adiestramiento de un perro, sin embargo, va más allá de lo doméstico o la protección de un hogar.

Un can para gente discapacitada, debe, por ejemplo, ser sometido desde pequeño a altos niveles de estrés para que no tenga ningún tipo de trauma y pueda hacer caso bajo cualquier condición.

Si su perro ya lleva tiempo con usted y desea que aprenda a responder a las órdenes básicas, el trabajo toma un poco más de tiempo, pero se logra.

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