En un Mundial en el que las individualidades llenaban los comerciales de televisión, el esquema de Vicente del Bosque terminó llevándose los honores. Más equipo, menos figuritas.
España, con un esquema cambiante que pasó de tener dos delanteros a uno solo, que varió entre dos volantes de recuperación a tener cuatro de armado, demostró que más allá que los tableros llenos de flechas, es el trabajo de conjunto el que lleva a grandes logros.
La defensa española fue una sola, con nombres y apellidos que se saben de memoria. El portero Íker Casillas y los centrales Carles Puyol y Gerard Piqué, así como los laterales Sergio Ramos y Joan Capdevila, fueron los cinco españoles con más minutos en el Mundial.
Casillas, Piqué y Capdevila fueron parte de los intocables de Del Bosque, tras jugar los 660 minutos que España estuvo en cancha.
En el medio, una formación tan variante como llena de calidad. Con Sergio Busquets y Xabi Alonso como la aduana, Xavi y Andrés Iniesta formaron una dupla que se pulió en Barcelona y se consagró en Sudáfrica.
Arriba fue la zona de los cambios. Al comienzo, dos jugadores en punta, con Fernando Torres como cazador de área, y David Villa, reinventado como jugador por izquierda, pero con la libertad de moverse por todo el frente de ataque.
Y cuando a Torres le llovieron las críticas, Pedro entró para darle aire, cambiar el módulo para jugar con solo un punta y más hombres en la generación de fútbol. Algo en lo que también entró a terciar Jesús Navas, volante por derecha en el partido ante Honduras y en la final de ayer.
Los demás (Cesc, Silva, Mata, Llorente, Arbeloa) fueron actores de reparto en una obra bien planificada por Del Bosque, que solo dejó sin minutos a los porteros suplentes Víctor Valdés y Pepe Reina, mientras que Raúl Albiol se lesionó en un entrenamiento.
Al final, el equipo de don Vicente del Bosque brilló más que cualquier individualidad.
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