El presidente Juan Manuel Santos visitó ayer al sargento Luis Alberto Erazo, quien se encuentra recluido en el hospital de la Policía, luego de escapar de las cadenas y las balas de las Farc.
Doce años, 4.380 largos días, estuvo en cautiverio el sargento Erazo, único sobreviviente de la masacre de tres policías y un soldado perpetrada por esa guerrilla.
Ayer, el uniformado dejó atrás las cadenas, la humillación y la manigua tras huir de los bombazos de las Farc que lo querían muerto a como diera lugar.
A la base Antinarcóticos de la Policía llegó un sargento Erazo con una herida vendada en su mejilla izquierda que le dejó una de las granadas que guerrilleros le lanzaron para impedir su fuga.
Las cámaras también registraron a un hombre que alzó una mano al aire e hizo el signo de victoria con un rostro que no ocultó la huella de la ausencia de su familia, los cuarteles y el mundo.
Al descender de la avioneta que lo trajo a la libertad, Erazo, arropado de un uniforme de la Policía, saludó a quienes le dieron la bienvenida.
De inmediato, se dirigió a una ambulancia, flanqueado por dos hombres que lo sostuvieron por los costados: el director de la Dijín, general Carlos Ramiro Mena y el general Gustavo Ricaurte, director del Inpec.
El sargento Luis Alberto Erazo fue secuestrado por las Farc el 9 de diciembre de 1999, en Curillo (Caquetá).
Según declaraciones del ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, Erazo sobrevivió escondiéndose entre árboles, luego de escuchar los disparos del combate entre las tropas del Ejército y el frente 63 de las Farc.
La familia del sargento Erazo ayer aseguró que la buena noticia de que su hijo vuelva a acompañarlos debe ser para todos los parientes de los uniformados secuestrados, por eso le pidió a la guerrilla la liberación de los mismos.
Un poco de alegría en medio de tanto dolor.
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