Si el hogar es el reflejo de quienes lo habitan, en este apartamento se revela el estilo de vida familiar y social de sus propietarios.
De hecho, se trata de una pareja de profesionales con dos niños, con afición por el diseño y la tecnología.
Para personalizar los espacios a la medida de sus gustos y necesidades, buscaron al arquitecto Sergio Zuluaga quien lo intervino en compañía de su colega Santiago González.
"La necesidad más importante era organizar el área social de una forma distinta a la distribución que tenía el apartamento, el cual estaba recién entregado por la constructora", relata Zuluaga.
Una cocina abierta y funcional, para invitar y compartir, y un salón comedor dinámico y activo, propio para reuniones con familiares y amigos, fueron algunos pedidos de los dueños.
Abrir y cambiar
Del apartamento, cuenta el arquitecto, conservaron su distribución y la mayoría de sus acabados como, por ejemplo, el piso de porcelanato negro mate tipo pizarra en el hall de entrada y la cocina, y la madera natural en el área social y las habitaciones.
Para el balcón, que mira al Occidente de la ciudad, eligieron un mármol Villa de Leyva mate que se adaptaba mejor a las condiciones exteriores.
En la cocina se dio el gran cambio. Demolieron el muro que la separaba del área social y la rediseñaron. Se construyó una caja de madera que contiene la isla y sirve de división frente a los otros ambientes.
El granito negro absoluto del mesón, se aplicó también en algunos enchapes de pared, buscando utilizar "los menos materiales posibles para lograr unidad", comenta Sergio.
Para marcar un punto focal importante en el cubo central del área social, lo recubrieron con piedra Buenaventura en esterillas. Detalla Sergio Zuluaga que "la idea era darle textura y unir el esquema de color del apartamento, un tono violeta con acentos ocres y amarillos".
En este volumen se destaca una consola que sirve al comedor, y la obra en una caja de luz, de la artista y arquitecta Marta Roldán, pensada especialmente para este espacio.
Muebles arquitectónicos
Creados a la medida e integrados a la arquitectura del apartamento, los muebles cumplen una función en el espacio y a su vez tiene una utilidad propia.
Para ellos se eligieron maderas "tranquilas", en una combinación de roble negro y roble claro que se repite para darle coherencia a la propuesta de amoblamiento.
Entre el comedor y la sala, un mueble bajo marca la división entre estas zonas sin interrumpir la visual. "Sirve de espaldar al sofá y le da continuidad a las líneas horizontales de la persiana de madera", comenta Zuluaga.
En la sala se conservó un sofá de cuero que tenían los propietarios y se diseñó un mueble bar-televisión-entretenimiento con un juego de puertas corredizas que permiten el cambio de actividad.
Fabricado en las dos maderas protagonistas del espacio, su fondo en fórmica amarilla es un guiño fresco y divertido. La obra de otra arquitecta, María Eugenia Puente guarda unidad con toda la propuesta estética.
Acentos vintage
Si bien la apariencia del apartamento es muy contemporánea, piezas como las lámparas de cristal de la sala y el comedor, y la silla conseguida en un anticuario que complementa el salón, le confieren al ambiente un aire vintage.
"Uno no puede ser tan radical de querer todo en una misma línea, esos cambios dan un poco de diversidad y calor de hogar", confiesa el arquitecto.
Este mismo concepto está presente en un rincón de lectura que se adecuó en la alcoba principal, marcada por muebles de líneas rectas, simples y el protagonismo del papel de colgadura en el espaldar de la cama.
Para las alcobas de los niños se diseñó un mobiliario completo que contempla la cama, el escritorio y hasta un mueble auxiliar. Murales y adhesivos están presentes en su decoración.
Gracias a un trabajo basado en la comunicación de cliente y arquitecto, Sergio Zuluaga logró darle una coherencia estética a este apartamento y hacer sus espacios abiertos cómodos y fáciles de vivir.
En eso, dice, está el éxito de un proyecto. Aquí, fue un objetivo cumplido.
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