En Medellín, es un secreto a voces: hacen falta camas hospitalarias en las unidades de urgencia y en las de cuidados intensivos.
Ambulancias en espera una o dos horas mientras se logra ubicar a un paciente en una institución médica es una situación común que causa preocupación en los bomberos, claro, pero en los pacientes aún más.
"A dónde llevar a un paciente cuando lo recogemos, es algo que regula el 123, que llama a los centros asistenciales para saber qué disponibilidad tienen. Y es muy común que no se encuentren camas ni camillas y nos toca poner a esperar las ambulancias mientras nos reciben el paciente", cuenta uno de los rescatistas que prefiere omitir su identidad.
Para el director seccional de Salud de Antioquia, Carlos Mario Rivera, es claro que hay un déficit en el número de camas que se requieren para atender a la población de Medellín y Antioquia.
"En un modelo de aseguramiento como el que tiene el departamento, la red hospitalaria, pública y privada, es insuficiente para responder con oportunidad, no solo en urgencias", asegura Rivera.
Agrega que esto conlleva otras acciones, como el aumento en las tutelas.
"Éstas se interponen, en ocasiones, porque los accesos están tan restringidos por la disponibilidad de camas, que recurren a esta figura para presionar y acelerar las prestaciones en salud", opina el funcionario.
Pacientes en espera
Cuando una persona llega a urgencias se hacen tres procedimientos básicos: establecer el diagnóstico, estabilizar los signos vitales y decidir un destino acorde con el nivel de complejidad.
El rescatista indica que, al llegar a los hospitales y clínicas, no hay un médico que reciba a los pacientes, sino que deben esperar que entren en la lista de espera de quienes llegaron, por sus propios medios, a la consulta de urgencias, lo que corta esta cadena de atención.
Esto es importante para poder liberar la ambulancia.
"Si las lesiones ameritan esperar, bien, pero mientras no lo reciba el médico, no lo podemos dejar", agrega el rescatista.
Para la directora de la Clínica El Rosario, hermana Laura María Mejía, es difícil asegurar que faltan o no camas en estos servicios.
"Eso es variable. Hay momentos donde se siente que no hay déficit, pero en otros se ven todas las clínicas faltas de camas", dice. "Hay otros en donde no tenemos una sola camilla y dos o tres ambulancias están esperando turno", agrega.
Eso varía según la hora y el día, señala la hermana y anota que lunes y viernes son muy críticos.
Más que un asunto de camillas
Andrés Aguirre, director del Hospital Pablo Tobón Uribe (HPTU), señala que más que un asunto de camas y camillas, el problema tiene otra razón de ser.
Él indica que si bien sí hay un colapso en la atención, más que ampliar las unidades, lo que hace falta en Medellín es una red fluida de urgencias .
"Hay una falla muy grande en el segundo nivel de atención, con lo que los terceros niveles están saturados con urgencias que no son de alto nivel de complejidad", argumenta Aguirre.
Agrega el directivo que se podrían clasificar las urgencias en un ochenta por ciento de primer nivel, un 18 del segundo y solo un dos por ciento del tercero.
Un segundo punto que destaca el director del HPTU es que dada la falta de programas y actividades preventivas, se está dejando que todo sea urgente, cuando hay problemas que pudieron ser prevenidos.
"¿No es mejor mantener la presión controlada que atender una crisis hipertensiva?", se pregunta Aguirre.
Su conclusión es que está fallando el sistema en la actividad preventiva y en el control, convirtiendo las enfermedades en urgencias.
"Todo el mundo tiene culpa en esto, pero especialmente el Estado, con aquellos pacientes vinculados con los que no tiene programas de prevención y que saturan los servicios de urgencia con patologías descontroladas", opina.
Por eso, señala Aguirre, crecer los servicios de urgencias no es la solución, pues nada se gana con atender a los pacientes en urgencias, sacarlos de allí, pero no controlar las enfermedades, lo que los hará reconsultar por la misma vía.
"Lo menos bueno es resolver el problema ampliando los servicios y no, en cambio, darle una mirada más universal al problema y reforzar los campos necesarios".
Una tercera falencia radica en el personal médico, pues un servicio de urgencias no se trata solo de la capacidad instalada de camillas, sino en quién las atienda.
Hay dificultades en cirugía plástica reconstructiva, en otorrinolaringología, oftalmología, ginecología oncológica, entre otros, especialidades que no se encuentran en dichos servicios.
Lo cierto del caso es que, por unas u otras razones, los pacientes se ven enfrentados a un serio problema: la ausencia de camas para ser recibidos cuando se requiere de una atención médica prioritaria.
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