No es tan sencillo como parece. Formar un deportista que aspire a integrar las selecciones de Antioquia y Colombia tiene un costo alto para los padres de familia. Son ellos los que se meten la mano al dril para que sus hijos puedan practicar determinada disciplina y lleguen a la élite.
Al principio, en los semilleros, los papás deben cubrir el valor de las clases que incluyen al entrenador. También tienen que sacar la plata para los pasajes diarios para ir hasta los escenarios, para los desplazamientos a competencias nacionales, más la implementación. Todo esto termina en el libro de gastos o inversión familiar.
Para todas las disciplinas los costos no son iguales. Basta con mirar a quienes practican golf y, por ejemplo, aquellos que madrugan todos los días a correr en el estadio Alfonso Galvis a cumplir con el atletismo. Las diferencias son abismales. Por lo general, el poder adquisitivo de sus padres es diferente.
Un deportista de selección, en el caso del golf, se gasta 900 mil pesos mensuales en clases ( caddies , prácticas y preparación física). Son por lo menos, para mantener un buen nivel, siete torneos semestrales a razón de 1.400.000 pesos (inscripción, caddie , tiquete, alojamiento y alimentación).
A esto se le suma la indumentaria. Comprarla una sola vez al año representa 100.000 pesos (zapatos) y 80.000 mensuales en bolas y guantes.
Entre palos, uniformes y zapatos pueden ser 550.000 pesos, aproximadamente.
Y si toca un torneo internacional cada semestre, súmele 4,5 millones de pesos.
Para que ese esfuerzo se vea recompensado y se tengan ciertas garantías, como sucede con la gimnasta Gina Escobar que recibe auxilios del Comité Olímpico Colombiano, Indeportes Antioquia y el Inder de Envigado que le entrega los tiquetes para el metro, hay que recorrer un largo camino. Pero solo después de superar muchos dolores de cabeza de padres de familia y deportistas que luchan con sacrificio y dedicación.
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