Me hubiera gustado no tener que hablar de esto, hacerme el de la vista gorda ante una foto que en el fondo no dice nada relevante pero sí indispone un maltrecho proceso de negociación. Hablo de esa imagen donde un trío de guerrilleros toman el sol en un barco y fuman habanos como si esperaran a Hemingway para irse de pesca, o como si ya hubieran logrado un acuerdo importante en las negociaciones de paz.
Pero ¿qué logró esta imagen? Para los uribistas fue la oportunidad de volver a decir que este proceso de paz "es un engaño, es una farsa", como afirmó a este diario Óscar Iván Zuluaga. Para las víctimas, un irrespeto a la memoria de sus muertos. Para los guerrilleros que están todavía en el monte, una señal equívoca de su guerra. Para el Gobierno, una estrategia para demostrar que durante este tiempo sí han logrado algo. Pero en el fondo, y a pesar de que esta foto pueda ser indignante a simple vista, una imagen semejante lo único que deja es ganas de que las cosas sigan, de que nos concentremos en lo importante en este asunto para nada irrelevante que es la paz.
Cada que veo a ciertos colombianos preocupados por esto y por otro montón de situaciones folclóricas que aparecen en los medios, y que ridículamente son más leídas que los mismos hechos coyunturales, me doy cuenta de que muchos aquí prefieren el show antes que la reflexión. Ojalá nos indignaran con la misma euforia otras fotos, otras imágenes que este país miserable nos proporciona todos los días apenas abrimos la puerta de la casa. Pero no importa, después de todo, tanto lo irrelevante como lo relevante se olvidará, así como se olvidan las masacres, los cinco millones y medio de víctimas civiles que ha dejado esta guerra demencial en Colombia.
Estoy seguro de que esta imagen, después del polvero, también pasará, y ya veremos cómo su publicación ni le quitó ni le aportó nada a las negociaciones. El supuesto golpe de opinión que pretendió dar Pensamiento Colombia, ese portal creado por el "genio" de José Obdulio Gaviria, quedará como lo que es: una banalidad, un trago amargo que deja un mal sabor en la garganta.
A este paso, y si seguimos dándoles importancia a estos asuntos anodinos en algo tan serio como una negociación para acabar la guerra, los colombianos preferiremos más un topless de Tanja Nijmeijer que la bendita paz. Tenemos que concentrarnos en lo importante, hacer todo lo posible para que Colombia, ojalá pronto, pueda ser distinta; tal vez por eso no podemos permitir que ciertos personajes nos indispongan con esos dardos de veneno que lo único que quieren es que hagan efecto para preparar otra vez sus armas de fuego, su mecanismo absurdo que busca hacer eterna esta guerra que de tanto vivirla pesa.
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