Los 500 millones de hispanos que desde hoy celebran el período de Semana Santa tienen además un motivo de júbilo con nombre propio: Francisco, el Papa que habla en español y que, con apenas dos semanas de pontificado, ha sorprendido al mundo con su estilo austero y su compromiso con las comunidades más necesitadas.
"Esta Semana Santa será especial. Ya el Papa nos dio un abrebocas con su anuncio de que en vez de oficiar todos los ritos del Jueves Santo en la basílica de San Juan de Letrán, en Roma, lo hará en una cárcel de menores de la capital italiana. Estoy seguro de que nos seguirá sorprendiendo", dijo a este diario el Padre Euclides Eslava Gómez, docente de Teología de la Universidad de la Sabana.
Ayer, cuando Francisco visitó a su antecesor Benedicto XVI en el sur de Roma, dio un mensaje de humildad que para muchos abrió la Semana Mayor con un acento pastoral distinto: cuando ambos fueron a rezar a la capilla, Benedicto XVI le ofreció a Francisco el lugar de honor, un reclinatorio antes del altar que el Papa rechazó diciendo: "Somos hermanos, rezaremos juntos".
Y esa, para el padre Eslava, es la invitación para esta semana que comienza: "que los fieles de todos los rincones del mundo, unidos, participemos como agentes de la nueva evangelización".
La mayor responsabilidad, dice el sacerdote, recae en los fieles de Latinoamérica: "el hecho de que el Papa sea argentino quiere decir que la Iglesia cuenta con nosotros".
Así como está región está lista para comenzar la Semana Mayor, calificada como la más colorida y concurrida de la Iglesia, en la ciudad de Jerusalén los israelíes peregrinarán el Jueves Santo en hacia el Monte de los Olivos.
Sevilla, en Andalucía (España), está también lista para celebrar una apasionada Semana Mayor que tiene más de 60 procesiones y alrededor de 50.000 personas que se visten de nazarenos.
Y, mientras los venezolanos harán la famosa "quema de Judas" el Domingo de Resurrección, en Filipinas miles de personas se congregarán para ver cómo los sacrificados devotos son clavados en cruces en el Viernes Santo a fin de recrear el sufrimiento de Jesucristo.
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