Mañana empieza diciembre, que trae nuevamente una de las épocas más lindas del año: la Navidad. Llegan las fiestas y con ellas algunas prácticas peligrosas que deben ser erradicadas de nuestra sociedad para evitar tragedias, pérdidas y dolor.
Se trata de los globos y la pólvora, costumbres de otra época que si bien despiertan algunos sentimientos de añoranza, son más los perjuicios que se esconden tras lo llamativo de sus luces, ruidos o vistosidad.
Aunque parecen indefensos al momento de tirarlos, los globos son altamente perjudiciales en cualquier parte del territorio, urbano o rural. Cada globo que se eleva al aire es un incendio en potencia. Una tragedia que puede afectar una o varias fábricas, una casa de familia, una gran zona verde, una cuadra o un barrio entero.
Por los días y las horas que se presentan, los incendios por globos tienen casi siempre graves consecuencias, con millonarias pérdidas económicas e inclusive, pueden ocasionar muertes o lesiones graves en muchas personas.
Aunque cada vez es menos frecuente ver globos en nuestro cielo, se necesita erradicarlos por completo. Uno solo puede causar una tragedia de grandes proporciones.
La pólvora es tanto o más peligrosa que los perjudiciales globos y su consumo indiscriminado ha dejado miles de quemados. Se agrava la situación cuando se mezcla con el licor o cuando los niños, por irresponsabilidad de los adultos, son los que la manipulan.
La pólvora sigue siendo un gran dolor de cabeza de las autoridades y de la comunidad durante la Navidad. Antes que mermar, en los últimos años se ha percibido un aumento de su uso, con las fatales consecuencias que eso implica.
Se necesita, entonces, para acabar con los globos y la pólvora, una decisión absoluta e inquebrantable de toda la comunidad para decirles no a estas actividades peligrosas. Se necesita la colaboración de todos para denunciar los sitios donde se fabriquen y comercialicen estos elementos y también para alertar a la Policía donde los estén consumiendo masivamente.
Pero también se necesita la reacción rápida y efectiva de las autoridades para perseguir a estos infractores y para que las sanciones sean ejemplarizantes.
Es creciente el consenso ciudadano para rechazar la pólvora y los globos. Son masivas las campañas educativas y las advertencias de todos los lados. Falta entonces la decisión personal de cada ciudadano para no caer en la tentación y así evitar tragedias lamentables. Con la pólvora y los globos: cero tolerancia.
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