A simple vista sería difícil imaginar que detrás de esa mirada que refleja pura inocencia y de esa enorme sonrisa que deja ver la gran felicidad de su alma, se esconde la fuerza de un hombre que fue capaz de levantarse de la calle para emprender un proyecto de vida.
A Luis Alberto Correa, "Gury", como lo apodaron, según él por ser muy parecido a un popular personaje de la televisión, no le da miedo de nada, pues a sus 44 años le ha tocado enfrentarse a todos los peligros de la calle.
Aunque el paso de los años ha borrado de su memoria la edad exacta en la que se fue de su casa para recorrer las calles, sí recuerda que aún era un niño cuando tomó esa decisión que marcaría su vida para siempre.
"Yo vivía en Pereira en ese momento y un día me fui de la casa, me monté en una buseta y me quedé dormido y desde ahí seguí con los choferes. Ellos me daban comida y dormida a veces y así duré por ahí dos años, hasta que una vecina me encontró y me obligaron a irme a donde mi mamá".
Aunque, como rememora, su mamá trataba de que él se "amañara" en la casa, para ese entonces ya se había acostumbrado a habitar las calles, en las que mendigaba para poder sobrevivir.
A "Gury" nunca se le olvidará, incluso, que su madre le puso una cadena para que no se escapara, atadura que su fuerza de muchachito rebelde venció permitiéndole escaparse otra vez.
Sin embargo, la dicha no le duró mucho tiempo y de nuevo lo encontraron y tuvo que volver a la casa para luego irse hacia la Guajira, al lado de su mamá y sus cuatro hermanos.
Allí le tocó enfrentar uno de los momentos más atemorizantes de su infancia, cuando intentaron violarlo en Maicao, pero a tiempo fue defendido por un ángel, como él mismo define, al señor que lo protegió.
"Es que yo sí pasé por muchos tropiezos... si le contara todo, mejor dicho...", comenta y frunce el ceño, tratando tal vez de borrar muchas de esas experiencias duras por las que ha pasado.
Pero sin duda, el momento más crítico de su vida fue cuando entró al mundo de las drogas y el alcohol.
Para ese entonces, su mamá ya se había "echado a la pena" y él recorría el país en los camiones y cuando se aburría en una ciudad se iba para otra, hasta llegar incluso a conocer países como Ecuador y Venezuela.
"En Cali me puse a reciclar, embolaba zapatos y hacía de todo. Yo llegué a uno de los barrios muy delicados y aprendí a fumar marihuana y a consumir pepas, ya me gustaba el aguardiente y revolvía de todo eso por ahí a los 12 años".
Meses después, cuando decidió regresarse para Medellín, dejó la droga pero continuó consumiendo alcohol, mientras vivía de reciclar y lavar carros.
Hubo un momento en el que intentó volver a su casa pero, según cuenta, sus hermanos ya no querían recibirlo porque había hecho sufrir mucho a su mamá.
"Yo me mantenía por el barrio San Joaquín reciclando, la gente me empezó a distinguir y conocí a unas personas muy buenas que me ayudaron a sacar los papeles".
A pesar de su condición de indigente y de aguantar mucha hambre, jamás intentó robar ni hacerles daño a las personas, advierte.
"Una vez en una casa sola había unas llaves tiradas a la entrada y aunque yo pude haber entrado a sacar algo esperé a que llegara la señora para entregárselas. Ella apenas me miraba sorprendida".
Luis Alberto se lleva las manos al rostro y en esas se acuerda de cuando llegó a la Unidad Intermedia de Belén, donde conoció a quienes se convertirían en sus verdaderos ángeles guardianes.
"Una vez, cuando tenía como 18 años, me enfermé y tuve que buscar a los médicos y llegué allá a Belén, yo dormía ahí afuera en unas bancas y después me fui haciendo amigo de la gente de allá, varios me dejaban lavarles los carros. Ellos fueron los que me empezaron a tender la mano", cuenta.
Los ángeles de "Gury"
María Claudia Gómez, quien trabajó como médica en la Unidad Intermedia de Belén, aún recuerda cuando vio por primera vez a "Gury". Dice que le asustó mucho verlo descalzo, andrajoso y sucio.
"Yo salía de los turnos por la mañana y me daba mucho pesar, porque lo veía tirado durmiendo en cartones. Él me decía que me ayudaba llevándome paquetes o lavándome el carro. A mí me daba miedo por su aspecto, pero después fui notando que era una persona buena y le di una oportunidad".
Así pasó mucho tiempo en el que la médica lo ponía a hacer mandados y vueltas hasta que, como ella misma asegura, se fue ganando su corazón y su confianza, razones por las cuales lo recomendó con otros compañeros que empezaron a brindarle también su apoyo, dándole ropa y dinero por las vueltas que les hacía.
"Para mí lo más bonito Luis es que se ha forjado su propio destino, él decidió dejar de ser indigente, ser buena persona y salir adelante", puntualizó.
Hoy por hoy, "Gury" se ha convertido en su mano derecha. "Le confió las llaves de mi casa y hasta mis tarjetas de crédito", dice la doctora.
Marlene Upegui, quien era trabajadora social en la unidad médica, fue quien acompañó a Luis en su proceso de resocialización.
"Yo me fui encarretando con su historia, le ayudé a salir adelante y lo motivaba mucho. Él iba y me decía que lo ayudara y yo le decía que sí, pero que tenía que poner de su parte. Yo era muy exigente con él y cuando veía que estaba flaqueando le decía que tenía que salir adelante".
Lo que más admira de "Gury" es que es una persona muy fiel y afectuosa, que siempre se comportó de manera respetuosa. Además, sostiene que son de resaltar sus ganas de salir airoso teniendo en cuenta las dificultades por las que ha pasado.
"Me tocó verlo cuando dormía en los puentes y míralo ahora", destaca.
"Gury" recuerda que ya cuando cumplió 30 años y luego de recaer varias veces en la droga, el cigarrillo y en el alcohol, se dio cuenta de que esa no era la vida que quería seguir, por eso, después de intentar permanecer en varios centros de rehabilitación, tomó la decisión de dejar los vicios.
"Quería una vida diferente y ahora puedo pasar por el lado de viciosos y no me provoca. Soy un caballero".
Sus grandes metas
Este hombre, nacido en Trujillo, Valle del Cauca, tiene muchos ideales, entre ellos, terminar sus estudios de primaria (los cuales ya está adelantando) y tener su propia casa.
"Ya empecé a pagar pensión. Tengo dos motos, carro y bicicleta y estoy haciendo los ahorros para comprar mi casa", comentó entre risas.
Según él, ha sido a través de las capacitaciones gratuitas que ha recibido por parte de la Alcaldía de Medellín que ahora sabe leer y manejar internet.
Además, ya tiene un diploma en Manipulación de Alimentos y más adelante quiere montar su propia empresa de comidas rápidas. Para esto tiene ya el carro y solo le faltan algunos permisos.
"Quiero vivir los últimos años de mi vida como un rey", dijo "Gury", quien ahora tiene muy claro el rumbo de su vida.
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