Si a uno le dicen flores y a eso se le suman las palabras responsabilidad y social, seguro viene a la cabeza el medio ambiente.
Y sí, el cultivo Flores Silvestres, ubicado en la vía que de Rionegro lleva a El Carmen de Viboral, se preocupa por el entorno y, de hecho, tiene la certificación Flor Verde que otorga Asocolflores.
Pero en este caso, además de lo ambiental hay que destacar que esta pyme se ocupa de generar ingresos extra para ocho de las familias que hacen parte de su comunidad.
"La idea era que nuestros trabajadores tuvieran unos pesos más y por ello, pensamos en cómo vincular a sus esposas".
De ese modo se creó un grupo de mujeres que bautizó a la naciente empresa Perlazulina en honor a El Carmen.
Las ocho mujeres crearon, con el apoyo del cultivo, un pequeño taller de confecciones que hoy tiene pedidos de nueve empresas diferentes.
Para empezar con la microempresa, el cultivo les entregó a las mujeres varias máquinas de coser y una pequeña casa en comodato.
Pero antes de empezar, las mujeres recibieron una capacitación en el Sena donde las dejaron entrenadas en el manejo de los equipos.
La experiencia se les abre como todo una oportunidad pues, como dice María Leonilde Arbeláez, "nunca habíamos pensado en crear una empresa".
Empezaron confeccionando los uniformes de los 800 empleados del cultivo.
"Muchos tienen pantalones con bolsillos donde no son, pero siempre hay que empezar y es mejor que se equivoquen con los de la casa", dice Dora Gómez, gerente de Gestión Humana de Flores Silvestres.
Con una capacidad de producción de 50 uniformes diarios, el objetivo de este pequeño grupo de mujeres es seguir creciendo.
"Apenas estamos empezando y no podemos ir muy rápido", explica Luz Marina Durango, la única del grupo que tenía experiencia previa en confecciones.
"Pero mientras más trabajemos, más cancha vamos cogiendo", agrega esta mujer de tez morena.
Es tal el empeño que estas ocho mujeres le han puesto a el proyecto, a su proyecto, que las ganancias ya les sirvieron para comprar dos nuevas máquinas.
Y aunque el trabajo y la mano de obra es de ellas, no dejan de dar las gracias a Flores Silvestres pues "sin el apoyo de ellos nada de esto hubiera sido posible", dicen María Leonilde y Luz Marina.
Para Flores Silvestres el compromiso no termina allí. Desde ya piensan en una nueva convocatoria para aumentar el personal de Perlazulina.
En una año deben llegar nuevas mujeres, algunas esposas de los obreros del cultivo y otras cuyo requisito es que sean madres cabeza de familia o que hayan sido desplazadas por la violencia y para ello están trabajando de la mano de la administración municipal de El Carmen de Viboral.
Mientras tanto, estas mujeres sueñan con un gran portafolio de clientes y, además, capacitarse en temas como contabilidad y ventas, porque su empresa debe seguir creciendo.
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