En una buena publicación de Comfenalco Antioquia, que recoge cartas cruzadas entre el maestro Pedro Nel Gómez y su padre, en el primer cuarto del siglo XX, se encuentran páginas que adquieren relevancia histórica cuando hoy se habla de mejorar la comunicación de Medellín con su mar Caribe, a través de las Autopistas de la Montaña.
"Los antioqueños -le escribía en 1926, don Jesús Gómez a su hijo, el gran artista Pedro Nel-, están pensando en la construcción de una carretera al mar, que partiendo de Medellín, pasando por San Cristóbal, San Jerónimo, Antioquia, Buriticá y Pavarandocito termine en el Golfo de Urabá. Este trayecto tiene una distancia de 350 kilómetros, que computando la construcción de cada kilómetro de carretera en $10.000, demanda un gasto total de $3.500.000, suma que el departamento puede fácilmente apropiar por medio de un empréstito. Construida la carretera se haría el viaje de Medellín al mar en menos de día y medio a una velocidad de 20 kilómetros por hora. Hoy aquí en Medellín no se habla de otra cosa, como uno de los factores más importantes para el progreso de Antioquia, dado que daría margen a la colonización de la más vasta y rica región del departamento, y obviaría para el comercio de la montaña las crisis perennes de las sequías del Magdalena".
A medida que la obra iba lentamente progresando, don Jesús seguía despertando el interés de su hijo Pedro Nel por conocer el desenvolvimiento de esta empresa que tuvo como motores a Gonzalo Mejía y Fernando Gómez Martínez, entre otros, con el empuje esencial de este diario, que en sus 100 años de vida ha tenido en la vía al Mar una de las banderas descentralistas para enarbolar, en sus campañas por el desarrollo de la comarca y del país. Antes soñaron con esta aventura vial, Juan de Dios Aranzazu en 1835 y Fray José Arteaga en 1918.
"La carretera al mar -le decía en 1929 el padre al hijo, residenciado en Florencia, Italia- poco le falta para estar terminada hasta Cañasgordas, que representa un trayecto de las dos quintas partes de la distancia que hay de Medellín al mar, a la bahía de Necoclí. En el próximo enero -hablaba de 1930- se emprenderán nuevamente los trabajos de construcción. El nuevo gobernador de Antioquia, Camilo C. Restrepo, está empeñado en construir esa carretera dentro del menor tiempo posible, es decir, a la vuelta de dos o tres años, y la realizará seguramente, por ser ésta la gran necesidad de Antioquia, o mejor diré, de Colombia".
Claro que la obra se demoró más tiempo y solo llegaba a Cañasgordas en 1936, cuando desde 1930 se había conectado con Santa Fe de Antioquia.
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La vía al mar ha sido un anhelo constante de Antioquia. Si la gesta de lo que inicialmente fuera trocha, ha ido mejorando paulatinamente, ahora sí llegó el momento de emprender largos trayectos en doble calzada, que rompan aquellos nudos que aún son barreras que frustran la ágil comunicación entre la capital de Antioquia con la zona más promisoria de la región. Y así se facilite, con el nuevo puerto, la utilización de su mar como conexión al mundo desarrollado.
El gobierno Fajardo trazó como una de sus obras prioritarias, el impulso a Urabá, no solo como emporio agroindustrial, sino como región con seguridad ciudadana y núcleo de progreso comercial, deportivo, educativo, cultural.
Ojalá, con el interés del gobernante, la proyectada y moderna vía -parte fundamental del plan de Autopistas de la Montaña- arranque pronto, y con los años no tengamos que escribir cartas, expresando frustraciones con el sueño malogrado, por la acción de aquellos hombres estorbo que por ahí andan sueltos, oponiéndose a todo lo que es progreso.
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