La unidad nacional del gobierno Santos es la principal amenaza para las pocas muestras ideológicas que existen en el país. Muchas ideas políticas están hoy prostituidas ante el poder de la "mermelada" estatal.
Hoy muchos hablan de la necesidad de un pluralismo ideológico. Pero qué bueno un pluralismo ideológico que no sea a sueldo sino que se presente con ideas fuertes, con el interés de trascender, de conectarse con las necesidades del país, que sus ideas sean conocidas y defendidas a cabalidad por los militantes de los movimientos políticos que las representan y por sus seguidores.
En Colombia existe además una sentida ausencia de identidad ideológica. La gente no sabe cuáles son ideas de izquierda, centro o de derecha. Incluso hay quienes todavía hablan de la "extrema derecha" o la "extrema izquierda".
Las ideas políticas deben trascender más allá de lo que lo hacen los propios políticos. ¿O a quién se le olvida la seguridad democrática, la confianza inversionista o la cohesión social?
La nueva "Alianza Verde" (entre el Partido Verde y los Progresistas) nace con esa fragilidad ideológica que otorga la persecución de cuotas burocráticas en lugar de la trascendencia de las ideas políticas. Y es precisamente en las ideas donde menos se encuentran quienes integran esta alianza. Basta con ver a Gustavo Petro, a Enrique Peñalosa y a Antonio Navarro cobijados bajo la misma bandera política.
Varias veces he visto cómo dirigentes que suponen ser una alternativa para hacer política alejados de la política tradicional, terminan precisamente haciendo lo mismo que tanto criticaban. De ahí la importancia de la sustancia y el contenido de las ideas, no sólo de la forma como se comunican.
En política el centro es exigente, no solo se llega allí por el hecho de no querer clasificarse en la izquierda o en la derecha. El justo medio no es precisamente para mediocres.
Ojo a las fuerzas que nacen fungiendo como independientes y que terminan dominadas por el apetito burocrático. No se puede ser político aborreciendo la política. Un claro ejemplo de esto es el de Luis Eduardo Garzón, el otrora integrante de los "tres mosqueteros" que perseguían la Presidencia de la República de la "ola verde", quien se encuentra hoy secuestrado por la burocracia estatal del gobierno Santos mientras sigue "atornillado" a su cargo de Alto Consejero Presidencial.
No tendría sentido que las próximas elecciones sean una contienda electoral entre el Santismo y el Uribismo, pero tampoco que la tercera opción aparezca con un simple apetito burocrático o con el único objetivo de superar un umbral. Ojalá no sean nuevamente víctimas de la efervescencia de la pasada "ola verde" y recapaciten.
De lo que sí estoy seguro es que las próximas elecciones aparentan ser una dura contienda política entre las ideas y la burocracia estatal.
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