Resaltar el valor de la vida y recordar que esta es irremplazable es el mensaje principal de la Semana por la Paz, que comienza este domingo en todo el país.
Al frente de esta iniciativa se encuentran la Iglesia Católica y diferentes organizaciones sociales, que han programado diferentes eventos que se realizarán durante ocho días en ciudades y pueblos de Colombia.
La Costa Pacífica es una de las zonas donde más dificultades se presentan, pues allí hace presencia grupos guerrilleros, bandas emergentes de paramilitares y narcotraficantes, que ponen en riesgo a las comunidades.
Por eso, destacar allí la importancia de respetar la vida y defender la dignidad humana es de suma importancia, en un territorio donde la Iglesia ha jugado un papel destacado entre los afectados por la violencia, los ha acompañado en sus reclamos y en sus denuncias, y ha ayudado a crear espacios de diálogo con los grupos armados ilegales.
Con monseñor Fidel León Cadavid Marín, obispo de la Diócesis de Quibdó, hablamos sobre el mensaje y el papel de la Iglesia en el departamento del Chocó.
¿Qué mensaje hacerles llegar a todos los actores armados que se mueven por Chocó y que afectan a las comunidades?
"La presencia de los diferentes grupos desestabiliza la vida de la gente. Hace varios años que este conflicto social y armado tiene en vilo la vida de los chocoanos, en este momento lo que más está en peligro son los territorios. Se trata de actores que están en contra no solo de la vida, sino también de la calidad de la vida. Por eso, el llamado a estos que hacen daño a la vida de las personas y de las comunidades es que favorezcan la convivencia, el libre accionar de las personas, el desarrollo normal de las personas y de las comunidades, que no atropellen los territorios y la cultura de las comunidades. Obviamente este mensaje está dirigido a todo los actores armados de Colombia que no han entrado en el camino de los derechos humanos y en especial, en el respeto por el derecho a la vida".
¿En qué está trabajando la Diócesis de Quibdó para que esos actores armados en realidad sí respeten a las comunidades?
"Siempre hemos estado presentes donde la vida está en peligro, en comunidades indígenas y afrodescendientes. Seguimos trabajando por impulsar y fortalecer las organizaciones comunitarias, porque ellos tienen que ser protagonistas de su historia, para que en su resistencia defiendan su territorio, su estabilidad, su futuro. Con el acompañamiento a las organizaciones comunitarias, ayudamos a que ellos tengan en sus manos la defensa de todos sus derechos. En la medida que sea necesario, estamos dispuestos a hablar con estos grupos para defender a la población civil, aunque en tiempos recientes no ha sido fácil. Como usted recordará, la Iglesia tuvo mucho que ver en la desmovilización del Ejército Revolucionario Guevarista y estamos a la espera de que esos desmovilizados tengan las oportunidades para que empiecen a contribuir a la paz".
¿Dónde se requieren hoy los mayores esfuerzos institucionales y sociales en Chocó, para evitar que se repitan daños contra la población civil?
"En la Diócesis de Istmina, están el Baudó y el San Juan; en la Diócesis de Quibdó está el Medio Atrato; hay unos puntos duros para los indígenas, como es el caso de algunas comunidades en Bojayá desde hace varios meses. También hay zonas donde se ha sembrado coca, que es un factor desestabilizante muy grande. Quibdó tampoco se salva de todos estos problemas, los jóvenes son la población en más alto riesgo por falta de oportunidades que los aleje de la realidad de la guerra".
La Iglesia siempre ha jugado un papel importante en diálogos entre Gobierno y grupos armados ilegales. ¿Hay pasos en la actualidad en este sentido?
"La Iglesia siempre ha sido un factor de confianza entre las partes, hay momentos de cercanía y de lejanía, lo cual es normal en este tipo de procesos de tora y encoge. Hay conductos especiales, que uno no los conoce todos, porque la Iglesia trata de hacer las cosas con sigilo. Lo que sé, es que en el momento hay interés y apertura, confianza. Sabemos que tarde o temprano habrá que entrar en temas más profundos, como esos convenios humanitarios que lleven a avanzar en la paz".
¿Y qué hace falta para que las partes se sienten definitivamente para tratar de superar la situación actual?
"Tiene que haber un diálogo franco, sin cartas marcadas, sin prejuicios ni desconfianza. Tiene que haber una voluntad real, porque cuando hay voluntad real los caminos se encuentran. En el momento hay mucha desconfianza y ahí la Iglesia tiene mucho que hacer para lograr el acercamiento. Ese es un itinerario que la Iglesia ya conoce. Por eso recomendaría, inicialmente, una voluntad real, para poder llegar a un punto de partida concreto, como por ejemplo algo en favor de los secuestrados, que lleve luego a superar el conflicto".
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6