Sin dejar de lado el sentimiento de indignidad producto de las oscuras maniobras ejecutadas recientemente por un grupo de congresistas, los que con probada venalidad acariciaron su componenda legal a través de la promulgación de una viciada ley de la República, cuyo objetivo central constituía cubrir sus propios delitos con el manto de la impunidad, como también sin dejar de lado el estupor sufrido al valorar las declaraciones sobre el tema provenientes del presidente de la Cámara quien balbuceando ante los medios se excusó con un "no lo leí" (el proyecto), cuya declaración permite demostrar su falta de madurez política.
Es momento de abonar al Presidente Santos su entereza al objetar el proyecto venido del Congreso, recinto que por razón de las circunstancias se ha convertido ahora en tramoya de maromeros. Valga recomendarle Presidente una adecuada selección del reemplazo ministerial, obviamente descontando de la lista de postulantes al acéfalo cargo los nombres de los congresistas promotores del engendro legal abortado.
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