Sorprende la invitación que hacen los presidentes de Chile y Brasil, Michelle Bachelet y Luiz Inácio Lula da Silva, a los ministros de Defensa de Suramérica para que den su opinión, en la cumbre de Unasur del próximo 10 de agosto, sobre la conveniencia del acuerdo de cooperación y asistencia técnica en defensa y seguridad, que negocian Colombia y Estados Unidos.
Parecen desconocer el real alcance del convenio: la lucha global contra el terrorismo, a la que nadie, verdaderamente sensato, debería sustraerse y mucho menos oponerse.
No se trata de orquestar operaciones contra terceros países, como en forma equívoca pretenden hacerlo ver algunos. El insólito llamado es una indebida intervención en nuestros asuntos internos, así trate de disfrazarse bajo el amparo de frases diplomáticas: "La soberanía es intocable y a mí no me agrada nada una base estadounidense en la región, pero así como no quiero que Uribe se entrometa en mi Gobierno, prefiero no dar opiniones en las decisiones de Uribe", afirmó Lula.
Entonces: ¿en qué quedamos?
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