Una controversia de proporciones mayúsculas se está dando por estos días en el seno de la comunidad científica internacional por cuenta de una investigación que logró mutar el virus de la gripe aviar.
Por un lado se alinean los defensores del polémico experimento sobre el virus H5N1, según los entendidos uno de los más peligrosos por su altas tasas de mortalidad. Aunque hasta el momento no se ha comprobado la transmisión entre humanos, cerca del 60 por ciento de los contagios han terminado con la muerte del paciente.
Las variaciones del virus creadas por científicos de la Escuela de Medicina Erasmus en Rotterdam y de la Universidad de Wisconsin, Madison, fueron incluso más allá. Lograron que el nuevo virus se transmita entre mamíferos a través del aire.
En la otra esquina del debate están los "censores", quienes cuestionan la posibilidad de que este peligroso virus se escape del laboratorio. La Organización Mundial de la Salud y principalmente el Gobierno estadounidense encabezan este grupo que pidió a las revistas Naturey Science dejar de publicar apartes de la investigación.
Según el concepto del Consejo Consultor Nacional de Ciencia y Bioseguridad de los Estados Unidos (NSABB, por su sigla en inglés), órgano creado a principios de la década pasada con el fin de evitar ataques terroristas, la publicación de la metodología podría convertirse en una especie de manual para quien quisiera elaborar un arma biológica.
"No es por asustar a la gente, pero los escenarios del peor caso posible en este asunto son, simplemente, enormes", dijo a Nature Paul Keim, director de la NSABB.
En un comunicado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) también manifestó su preocupación por el tema. "La OMS toma nota de los estudios efectuados en varias instituciones sobre las mutaciones que el virus H5N1 puede sufrir para ser más transmisible entre humanos y alerta del riesgo que su mal uso puede conllevar", dijo el organismo encargado de regular los temas de salud en el mundo. "La OMS está muy preocupada por las potenciales consecuencias negativas de esa mala utilización", puntualizó.
La ciencia debate
Además de dividir, el episodio despertó ampolla en la comunidad científica. ¿En qué casos vale la censura? ¿Quién tiene la autoridad para ordenarla? ¿Son responsables los investigadores de lo que otras personas hagan con sus descubrimientos científicos?
A esta última pregunta responde Iván Darío Vélez, director del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales (Pecet), poniendo como ejemplo la energía atómica.
Sí, fue utilizada para destruir Hiroshima y Nagasaki, pero casi 70 años después sigue siendo utilizada como fuente de electricidad en miles de hogares alrededor del globo. Los científicos cumplieron con su deber de despejar incógnitas.
"Nunca se debe restringir la generación del conocimiento", apunta. "En investigación científica lo que se busca es generar conocimiento. Si el conocimiento no se publica es como si no se hubiera conseguido", asegura.
Al igual que otro puñado de voces de la ciencia, Vélez, miembro del comité de bioética de la Sede de Investigación Universitaria de la Universidad de Antioquia, afirma que solo por medio de la investigación se llega a un conocimiento profundo del patógeno, y así a una eventual vacuna.
"La gente que está trabajando la virología, la microbiología, están observando en esos virus los mecanismos de acción, las mutaciones. Eso permite adelantarse a las mutaciones normales e ir trabajando sistemas para diagnosticarlo precozmente", dice.
¿Avance científico o censura descarada? Tal vez la respuesta llegue en unos años, cuando ocurra la temida pandemia de gripe aviar o, como espera la comunidad médica, se anuncie la tan deseada vacuna.
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