Bajo un sol que se había negado para otros días de la Feria, las flores se levantaban como espigas erguidas en la avenida Regional. Quizá vanidosas en su belleza. Y así, sus portadores llenos de orgullo, se echaron ese altar a la espalda y arrancaron a andar a paso firme y lento, para despedir unas fiestas de las que ellos son los dueños absolutos.
Algunos campesinos, cansados de la noche anterior, la que muchos de ellos pasaron sin dormir, se acostaban en los separadores viales para cerrar los ojos y recuperar fuerzas, porque la caminada estaba larga y el calor no ayudaba.
Había de todo. En partes, lo tradicional se convertía en una carnaval traído de Barranquilla o Pasto, donde bufones, payasos y más personajes que viven silentes tras las máscaras, hacían de este un Desfile con las culturas del mundo, con la alegría de una celebración que cada año vuelve mejor.
Y hasta el Joe Arroyo apareció de la mano de Hernán Atehortúa, residente de la vereda Pantanillo de Santa Elena, quien el día en que murió el artista cartagenero decidió que de su silleta el protagonista tenía que ser él, "un cantante que nos pertenece a todos, el gran referente de la música tropical colombiana y este es mi homenaje para él. El inolvidable Joe".
Pinochos de todos los colores, éxtasis, lirios, rosas, claveles, girasoles, gladiolos, cartuchos, flores era lo único que había para escoger, de todos los colores y formas. Las señoras, algunas en palco y otras arrinconadas contra las vallas que dispuso la Alcaldía, no sabían cual escoger y se iban por la fácil, las que ya habían premiado los jurados.
Y la alegría fue de todos, los más ancianos, representantes de un secreto familiar y los niños, que también tuvieron sus vicarios y su ganador: Mateo Zapata Zapata, a quien le ayudaron sus tíos a hacer la silleta, que el mismo cargó con poca ayuda hasta el final del recorrido, "porque ya no tengo excusas, ya la tengo que cargar todo el Desfile, porque gané".
Luis Miguel Úsuga, secretario de Cultura, quien no se perdió detalle del desfile, afirmó que estas ferias fueron totalmente exitosas, "porque el comportamiento fue ejemplar, porque la violencia disminuyó y el comercio aumentó. Además tuvimos eventos muy concurridos".
Pasaron la parafernalia, las fiestas, la música y hasta los excesos, pero la flores seguirán aquí, adornando las montañas en un feria natural que nunca termina.
Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4
