Volvieron las aguas a su cauce, en torno al proyecto hidroeléctrico Pescadero-Ituango, agitadas tras la operación realizada por el Instituto para el Desarrollo de Antioquia (Idea) que, mediante el pago de 90 mil millones de pesos, asumió el control accionario de la sociedad, sin previo acuerdo con su otro socio mayoritario, Empresas Públicas de Medellín.
La central que el Presidente Uribe ha recomendado bautizar como José María Córdova, en honor al prócer antioqueño, ha sido una bandera del Jefe del Estado desde que fue gobernador de Antioquia y deberá ser una realidad en el año de 2018 para beneficio de toda la región, pues se estima que impulsará inversiones por 7 mil millones de dólares, en varios proyectos.
Por estar sintonizados con ese anhelo presidencial e interpretar fielmente las necesidades de la región, el gobernador de Antioquia, Luis Alfredo Ramos, y el alcalde de Medellín, Alonso Salazar, estuvieron dispuestos al diálogo que permitió poner los intereses de los antioqueños por encima de cualquier diferencia entre el Idea y Empresas Públicas de Medellín, en torno a un proyecto que demanda una inversión de US$ 3.900 millones y que requiere además de la voluntad e inteligencia de nuestros dirigentes.
Nadie cuestiona hoy la importancia de Pescadero y, por ende, nadie duda de que el proyecto debe realizarse, como tampoco se discute el loable propósito que tiene la Gobernación de garantizar para el Departamento los ingresos necesarios para ejecutar obras de progreso, sin depender de las transferencias del Estado y de la venta de licores, convirtiéndose para ello en un jugador fuerte en el campo de la generación eléctrica.
Si bien el procedimiento empleado por el Idea para hacerse a la mayoría accionaria fue inicialmente cuestionado, las diferencias fueron superadas mediante el diálogo entre el Gobernador y el Alcalde, que será plasmado en un acuerdo público de accionistas que brinde certeza absoluta sobre el futuro del proyecto, en tanto que son las autoridades de control las obligadas a investigar y determinar la actuación de los funcionarios que intervinieron en esta operación financiera.
Ni más faltaba que esta negociación que unos califican de audaz, fruto de una mente brillante, y otros definen como toma hostil, en lugar de agilizar el proyecto, obstaculizara su construcción o frustrara este sueño de los antioqueños. Y menos aún es posible pensar que en torno a una central hidroeléctrica se monte una campaña vindicativa, de manera que se pretenda enfrentar a los habitantes de Medellín con los del resto del Departamento, sobre lo que es o deberían ser las Empresas Públicas de Medellín o la forma como se deben irrigar sus beneficios en toda la región.
Es cierto que Medellín tiene que mirar más hacia el Departamento, para hacer de Antioquia una región menos pobre y más equitativa, pero eso tiene que ser fruto de un diálogo permanente entre Alcaldía y Gobernación y contar con el decidido concurso de las fuerzas vivas y de sociedad civil. Antioqueños somos todos. En la espuma o en lo hondo, el río sigue siendo el mismo, así esté calmo o revuelto.
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