A tan solo 700 años luz de la Tierra, la nebulosa espiral, en dirección a la constelación Acuario, es uno de los objetos más espectaculares y un ejemplo claro de nebulosa planetaria, un objeto que no tiene nada que ver con un planeta, pero que es el resultado de la explosión final de una estrella tipo Sol antes de retirarse a sus aposentos como enana blanca, que poco se verá ya.
Capas de gas son expulsadas con violencia de la superficie estelar, a menudo en intrincados y bellos patrones, que brillan bajo la radiación ultravioleta que emana de la débil pero muy caliente estrella.
El anillo principal de esta nebulosa mide cerca de dos años luz, la mitad de la distancia entre el Sol y su compañera más próxima, el sistema Alfa Centauri.
A pesar de ser un objetivo fotográfico espectacular, no es fácil verla desde Tierra porque su luz se esparce por una gran área del firmamento.
Aunque luce más como una dona, los estudios revelan que posiblemente se compone de al menos dos discos separados con anillos externos y filamentos. El disco brillante interno parece estar expandiéndose a cerca de 100.000 kilómetros/hora y haberse formado hace unos 12.000 años.
El telescopio de la Organización Europea para la Investigación Astronómica en el hemisferio Sur, con asiento en Chile, acaba de tomar una de las más impresionantes imágenes de la nebulosa.
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