Con la mirada fija en lo único que quedó de la casa de su cuñada Nery, el portón de entrada en el que se identificaba la nomenclatura 42-122 y el 109 debajo, Walter Henao le agradecía a ella que estuvieran vivos.
Todavía con la garganta hecha un nudo relataba los momentos de pánico que vivió junto a su esposa e hijo, en la parte alta de la loma de Los García, cuando la avalancha los sorprendió dormidos.
Estaban tranquilos porque nunca recibieron una advertencia de riesgo, como si les llegó a las familias de la loma de Los Duque. Por eso, el despertar, hacia la 1:30 de la madrugada de este miércoles, los sorprendió tanto con los gritos de su cuñada que casi tumbando la puerta repetía sin parar que "se vino la avalancha".
No hubo tiempo de nada, salió rápido con su hijo de siete años, con su esposa y su cuñado, en pantaloneta y a pie limpio, en medio de una tempestad y una completa oscuridad.
Alcanzó a ver, eso sí, que la tierra ya tapaba y prácticamente había destruido el garaje de la casa.
Como la vía de acceso estaba bloqueada por un poste de luz que se había caído y ya no había paso, les tocó regresar para buscar otro camino. Pensando en lo útil que podía ser, resolvió entrar de nuevo a la casa por el celular y por un buso. Ya el alud había llegado a la cocina, el comedor y parte de la habitación de su cuñado.
Responsabilidades
Cuando pasó la avalancha, una hora después, regresó para ver la magnitud de los destrozos: las 10 casas de sus vecinos, en la loma de Los Duque estaban tapadas o destruidas totalmente y la suya semidestruida. "Volver ni pensarlo y arreglarla menos, porque quién la va a comprar", se lamenta Walter.
Según el alcalde de Copacabana, Diego Echeverri, desde principios de año se había hecho una caracterización de la zona y se tenía claro que con la intensidad de las lluvias corría un alto riesgo. "Con el aguacero tan fuerte de la noche del martes, se generó el desprendimiento de unos 20 mil metros cúbicos de tierra".
Reconoció que fueron los residentes quienes alertaron la situación y luego se ordenó la evacuación, que al ser acatada evitó una tragedia.
Para el personero municipal, Diego Muñoz, desde hace cinco años se había alertado el riesgo generado desde la autopista Medellín-Bogotá por un mal procedimiento en la conducción de las aguas correntías, que incluso fue puesto en conocimiento de Corantioquia, que le ordenó a la empresa Devimed hacer los correctivos, pero que, según el funcionario, no fue atendida por la firma.
Esta misma percepción tiene el ingeniero Jorge Mena, quien prestó asesoría para la construcción de las vías de acceso a la parcelación La Aldea.
Mena advierte del riesgo latente de una avalancha peor que esta, que calcula de unos 200 mil metros cúbicos de tierra, que también taponaron la vía Acevedo-Machado.
"Lo que ocurrió es apenas un aviso, porque si se viene el talud que amenaza en la lateral izquierda de la quebrada, que ya se está represando, podría llegar hasta el río Medellín". El problema es grave porque, explica Mena, ya no hay acceso a la zona y no hay cómo frenar el problema.
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