Habría que inventar una frase más grande que amor para resumir lo que significa la madre en la vida de un hijo.
Algunos la llevan en el corazón, otros no la sacan de su mente y otros la llevan en su cuerpo como una marca que les aflora el sentimiento, los llena de cariño y les perfora el alma.
Tres camisetas de colores distintos, un sentimiento disímil por el fútbol, pero algo en común: un tatuaje particular.
A Carlos Andrés Gallego su madre le dijo que cuánto le debía por llevar su nombre en su brazo izquierdo. Y a Bryan López, aunque discrepaba de su decisión, la buena pintura del rostro, en su brazo derecho, dejó contenta a la mamá.
Con Giovanni Moreno la situación no fue fácil. "Eso es de presos", le dijo su abuela cuando supo del tatuaje; sin embargo, todo se transformó en alegría cuando se dio cuenta de que su nieto la llevaría de por vida en su cintura.
Hoy cada uno de ellos siente que el ser que los trajo al mundo es lo más valioso en sus vidas. Por eso exponen con orgullo su marca personal.
Marcados de por vida...
Giovanni Moreno ama a su madre Martha Cecilia y a su abuela Celina. Los frijoles y las lentejas que estas mujeres le cocinan son únicos para él, por eso las considera las mejores cocineras del mundo.
El rejo que doña Martha le dio a Giovanni se quedó corto para la cantidad de travesuras que, en Segovia, nordeste de Antioquia, hizo en su niñez.
Sin embargo, el diez del Atlético Nacional no ahorra esfuerzos cuando habla de las dos mujeres que más adora en la vida.
"Esas dos mujeres (madre y abuela) son los motores de mi vida. Sus consejos y la cantaleta me hacen falta cuando no hablo con ellas. Por eso me hice el tatuaje, para llevarlas a todas partes", dice Moreno entre risas.
En la cintura lleva los nombres de Celina, (lado derecho) y Martha (izquierdo), dos seres a los cuales les dedica sus goles y sus buenas actuaciones.
En el otro bando, en el DIM, Bryan López quería demostrar todo el sentimiento que tiene por su madre Zuli. Lo de él fue un poco más osado: se tatuó el rostro de su progenitora y el de su padre. "Es algo demasiado simbólico con el cual puedo levantar cabeza y sacar pecho", cuenta López, arquero del poderoso.
La viva imagen de su madre lo acompañará el resto de la vida. Un sello que lo colma de orgullo y que se suma a sus otros ocho tatuajes.
Carlos Andrés Gallego, jugador del Envigado, tiene un cúmulo de sensaciones encontradas en las letras que reflejan a su madre Beatriz. En vida quiso rendirle un homenaje a ella en señal de agradecimiento por todos los esfuerzos hechos y el acompañamiento incondicional.
Su brazo izquierdo, en la zona interna guarda el mejor tatuaje que tiene en su cuerpo. "Es un símbolo especial. Con esto le demuestro, a mi mamá, que la amo y que siempre la tengo presente", comenta mientras lo muestra.
Tres jugadores dejaron al lado el balón y la grama. Saben que en esta profesión compartir un día de las madres, que son todos, es un poco difícil por los viajes que tienen que afrontar. Por eso optaron porque ellas, sus amores, los acompañen siempre a todos lados como una marca indeleble.
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