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La noche de la expiación, de James DeMonaco: preguntas desperdiciadas

  • La noche de la expiación, de James DeMonaco: preguntas desperdiciadas | FOTO CORTESÍA
    La noche de la expiación, de James DeMonaco: preguntas desperdiciadas | FOTO CORTESÍA
27 de septiembre de 2013
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Si las películas, como los católicos, fueran al cielo, al infierno o al purgatorio, el limbo estaría lleno de aquellas cintas que parten de una buena idea pero no son capaces de desarrollarla. Ahí estaría, por ejemplo, Birth, aquel drama fallido de 2004, en el que el personaje de Nicole Kidman creía que su esposo fallecido había reencarnado en un niño, o El efecto mariposa. Y junto a ellas, en el rincón más oscuro, hallaríamos una copia de El día de la expiación.

Porque la idea de la que parte la película es, por lo menos, bastante inquietante. Se supone que estamos en el futuro (dentro de 10 años apenas) y Estados Unidos ha vuelto a ser una potencia floreciente, pues el desempleo es casi nulo y los niveles de criminalidad han bajado a niveles mínimos. Entendemos gracias a algunos fragmentos televisivos y programas de radio que escuchan los personajes principales, que la causa de este renacimiento es una actividad que parece inventada por el Tea Party. Cada año por una noche, está permitida la purga (título original de la cinta), un espacio de tiempo en que la gente puede salir a delinquir (robar, matar, violar) sin que haya ninguna consecuencia legal: nadie lo arrestará ni lo penalizará. Ningún servicio de emergencia vendrá a socorrer a las víctimas que, como siempre ha pasado en la historia, son en su mayoría los más pobres de la sociedad.

"La purga" ha beneficiado a muchos, incluyendo a la familia Sandin, pues el padre se dedica a vender sistemas de seguridad que le permiten a los más ricos refugiarse en sus casas o hacer fiestas para celebrar aquella noche. Al mismo tiempo, se ha convertido en la oportunidad de que algunos ajusten cuentas con las personas que detestan (el jefe que los maltrata, el vecino de otra raza, el compañero al que envidian) lo que ha derivado en una masacre permitida frente a la que nadie parece sentir escrúpulos.

Desgraciadamente James DeMonaco no es George Romero, que lograba incorporar agudas críticas sociales y políticas a sus cintas de zombis. La premisa narrativa inicial, lo más interesante de "El día de la expiación", se desvanece con el paso de los minutos mientras la película se convierte en una más de las atracciones sin riesgo neuronal que tanto encantan a los adolescentes. Ethan Hawke y Lena Headey (la temible Cersei Lannister de Juego de tronos) hacen lo que pueden con sus papeles, pero el resto del reparto no ayuda mucho: la vecina tiene gesto de desquiciada incluso antes de probar que lo es, el líder de la banda que los atormentará en su casa, parece una mala imitación del Guasón de Heath Ledger y como ocurre pocas veces en los últimos tiempos, el actor infantil luce perdido en su papel del menor de la casa.

El día de la expiación tenía el potencial para hacernos preguntas acerca de la sociedad en la que vivimos mientras nos asustaba.

Pero como ocurre tantas veces, las buenas intenciones pavimentan el camino del infierno. O en este caso, del limbo.

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