Micoahumado, un corregimiento del municipio de Morales al sur del departamento de Bolívar, tiene entre 5 y 7 mil habitantes; estos, organizados como ciudadanos activos a través de su Asamblea Popular Constituyente (APC) lograron un día, con la palabra, lo que casi nadie en el mundo ha logrado. Hace siete años, en medio de los actores armados del conflicto hicieron que el frente José Solano Sepúlveda del ELN desminara 10 kilómetros de su carretera, un trayecto comprendido entre la plaza y la Guásima. A punta de palabras, no más. Sin armas, sin amenazas.
Varios líderes de la comunidad, apoyados por algunos miembros de la Iglesia Católica, estuvieron durante dos años (2003-2005) mediando ante el ELN para que les desbloquearan la carretera. Esos líderes iban a hablar convencidos de que sus argumentos eran más poderosos que las poderosas armas de la guerrilla.
Para hacerlos disuadir de su petición la guerrilla se inventaba excusas como "¿ustedes para qué necesitan esa carretera desminada?". Y la comunidad, con argumentos claros contestaba "porque hay que entrar insumos y maquinaria". Así pasó el tiempo hasta recibir el "sí" que tanto habían perseguido, con un añadido: que el 26 de enero del 2005 amanecería la carretera desminada. Entonces "?nosotros decimos que hay que hacer como los abuelos, respetar el valor de la palabra, los abuelos hacían grandes negocios y nunca firmaron un papel, nada más la palabra. Nosotros le creímos al ELN y el 26 de enero nos fuimos en romería, casi toda la población, caminando tranquilos, y llegamos hasta la Guásima".
La comunidad unida, organizada, usando la palabra y sin violencia (ella sí recibió muchas amenazas y no fue un proceso fácil: a uno de los sacerdotes le hicieron tres atentados), logró cambiar el conflicto: "?la mayor ganancia son unos 10 kilómetros cuadrados de territorio que le quitamos a la guerra y lo dejamos para la paz. Hace 8 años (hasta el 2011) no tenemos combates, la guerrilla se retiró".
Esta historia hace parte de la investigación académica de Esperanza Hernández Delgado (magíster en Estudios Políticos), de la Universidad Autónoma de Bucaramanga y publicada en el libro "Intervenir antes que anochezca", cuyo propósito es recoger las voces de los protagonistas y los esfuerzos por la paz que muchas personas han desarrollado en Colombia de manera silenciosa e invisible, con apoyo en la figura de la mediación.
"La mediación comunitaria local puede hacer posibles muchos imposibles, y aunque esta experiencia no se pueda extrapolar, se puede aprender de ella", reconoce la investigadora.
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