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“La Presidencia es una posición horrorosa”: Fabio Echeverri Correa

Fabio Echeverri Correa alerta a los empresarios para que se involucren más en el destino del país.

  • “La Presidencia es una posición horrorosa” | Fabio Echeverri Correa se ha desempeñado como presidente de la Andi y asesor presidencial de Álvaro Uribe. FOTO colprensA
    “La Presidencia es una posición horrorosa” | Fabio Echeverri Correa se ha desempeñado como presidente de la Andi y asesor presidencial de Álvaro Uribe. FOTO colprensA
18 de agosto de 2012
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Claro y franco, como siempre, Fabio Echeverri Correa recibió a EL COLOMBIANO en su despacho de la Clínica Shaio, en Bogotá, cuya junta directiva preside y a la que dedica actualmente buena parte de sus energías.

Consultado por presidentes, ministros y empresarios, el expresidente de la Andi y asesor presidencial de Álvaro Uribe es escuchado por la contundencia de sus conceptos, y temido por algunos por el rigor de sus juicios. Polémico, a veces arrollador, partidario de la autoridad y la firmeza, Echeverri habló de política, empresa y de Antioquia

¿Usted ve que hay animadversión contra Antioquia en el resto del país, o esa es una leyenda que tienen allá?
“No, yo nunca sentí ninguna animadversión contra Antioquia, ni en los 18 años que estuve al frente de la Andi, ni en toda mi existencia como antioqueño que soy. Yo creo que uno las animadversiones en la vida se las va labrando, así como se va labrando las simpatías y los respaldos de acuerdo a como trabaje, qué haga, qué diga, cómo asuma los temas”.

¿Cuál es su impresión de la actual dirigencia empresarial antioqueña?
“Antioquia no está, en su sector empresarial, llevando una vocería importante ni una iniciativa grande. No se oye una voz con fuerza como se oyó muchos años en la vida de Antioquia: un doctor José Gutiérrez Gómez, el doctor Luis Prieto, el doctor Alejandro Uribe Escobar, el doctor Elejalde, o cualquiera de esos señores que ocuparon posiciones importantes, el doctor Cipriano Restrepo, Juan Gonzalo Restrepo, Darío Múnera, Vicente Uribe, Eduardo Uribe Botero. Eran gentes que no solo intervenían en la cosa empresarial sino en la política también. Don Carlos J. Echavarría, Rodrigo Uribe Echavarría, desde la industria, gente muy seria, muy importante…”

¿Qué los diferencia de los gerentes de ahora?
“No digo que los gerentes de ahora no sean importantes, todos lo son. Además que son gente muy competente, muy preparada y capaz. Pero creo yo que no han entendido que tienen otras obligaciones además de una función administrativa en sus empresas -que la cumplen con lujo de detalles, porque son muy eficientes, rinden muy bien, producen bien, tienen prestigio y son respetados-, obligaciones que no se limitan a la buena administración de sus empresas”.

¿Qué obligaciones son esas?
“Las inherentes a esos cargos: intervenir más en la vida del país, más directamente, y no tener ventrílocuos que opinen por ellos”.

¿Entonces usted ve desdibujada la actual generación de empresarios antioqueños?
“La veo muy dedicada única y exclusivamente a manejar las empresas y a producir plata. Y yo creo que se tiene que dedicar más, o por lo menos una partecita de su tiempo, a ver cómo se mantiene el medio ambiente, y el país, y la oposición, y las ideas, y la filosofía, y las normas, para que ellos y sus descendientes puedan seguir muy activamente produciendo plata”.

El proyecto bandera para el desarrollo de Antioquia y muchas otras regiones es el de las Autopistas de la Prosperidad. Queda la impresión que ya se le empiezan a poner palos en la rueda y hay resistencia, porque argumentan que sólo beneficia a Antioquia, ¿cómo ve el tema?
“No hay ninguna razón para que eso sea así. Creo que si hay un proyecto que sea bueno para Antioquia, y bueno para las comunicaciones con el resto del país, es bueno para todos”.


Su visión de los presidentes
Como dirigente de la Andi, entre 1974 y 1992, Fabio Echeverri Correa tuvo interlocución directa con cinco presidentes, desde Alfonso López Michelsen hasta César Gaviria. Conocimiento y trato directo que le dejan una visión privilegiada del poder político en Colombia.

¿Cómo definiría a esos presidentes y a sus Gobiernos?
- Alfonso López Michelsen: “Era una persona sumamente bien preparada y capaz. Complicado de manejar porque no era fácil venderle ciertas ideas. Él tenía muchos criterios ya trazados, pero era persona que se prestaba al diálogo y al análisis. Tuvimos confrontaciones en la Andi, grandes, delicadas y graves. Pero siempre estaba dispuesto a atender las llamadas y las citas que se le pedían. Era deferente y amable en el trato con la presidencia de la Andi”.

- Julio César Turbay Ayala: “Era un hombre muy sencillo, muy fácil de tratar, para conversar con él. Se ocupaba de los temas, y cuando no sabía lo reconocía, pero llamaba a alguien que tuviera en el Gobierno que dominara el tema. Esa imagen de presidente buena vida o de los chistes de los que fue objeto fue un abuso de mucha gente. Para mí, el doctor Turbay no sólo fue un buen gobernante sino que fue un hombre duro y templado cuando tuvo que serlo. El Estatuto de Seguridad de Turbay fue un marco legal muy fuerte, en un momento en el que no había un presupuesto grande para defensa, ni contaban las Fuerzas Armadas con los elementos y las dotaciones técnicas que hoy en día tienen. Para mi gusto, ha sido de los buenos presidentes que hemos tenido. Ayudó mucho a Antioquia y a solucionar problemas grandes y graves. Era un gran componedor”.

- Belisario Betancur: “Yo no estuve de acuerdo con muchas cosas del Gobierno Betancur. Especialmente con ese coqueteo con la izquierda y con los señores del M-19. Hasta de una cena en el Palacio Real de España se salió antes para ir a conversar con unos señores del M-19 que estaban en Madrid. Yo creo que ahí empezó gran parte de este desorden, que en gran parte lo golpeó a él mismo porque se le tomaron el Palacio de Justicia. El país inició una época de pérdida de resortes éticos y morales, de desinstitucionalización, malos manejos, corruptelas, persecución”.

- Virgilio Barco: “Cuando Barco llegó a la Presidencia, desgraciadamente no estaba bien de salud. Pero contó con la fortuna de tener cerca de él a dos personas muy competentes, a don Germán Montoya y al doctor Gustavo Vasco, que le ayudaban mucho con todos los temas, y quienes le tuvieron gran respeto y gran lealtad. Dadas las circunstancias, manejaron las cosas bien”.

- César Gaviria: “¿Que si fue el gran reformador que dice la prensa bogotana, me pregunta usted? Yo no veo por dónde puede decirse que haya sido el gran reformador. Tal vez porque se abrogaron muchas cosas. Hubo además muchos problemas: Pablo Escobar, La Catedral, toda la mafia... eso coge gran fuerza por esa época”.

De los presidentes entre López Michelsen y Pastrana Arango (de Uribe hablaremos luego), ¿cuál fue para usted el gran estadista?
“Turbay”.

¿Sin dudarlo?
“Sí. Contrario a lo que la gente dice”.

Álvaro Uribe
Al comenzar a hablar de Uribe, Fabio Echeverri hace de entrada una advertencia: “Hombre, yo es que tengo un problema para analizar esos temas, y es que yo quiero mucho al doctor Uribe. Soy muy amigo personal de él, lo respeto mucho, tengo con él muy buena relación. Y a pesar de que en privado no me choca diferir, ni pelear ni discutir con él, en público quiero evitar al máximo los desacuerdos. Porque no quiero pensar en ningún momento que él piense que le estoy siendo desleal, o que le estoy faltando al respeto. Considero que es uno de los mejores hombres que ha dado el país en su historia”.

Usted tuvo un papel protagónico en la llegada de Álvaro Uribe al poder. ¿En qué momento vió que Uribe era el hombre?
“Cuando empezó a tratar los temas de la violencia, de la guerrilla, del desorden, de los asesinatos, del secuestro, con la propiedad con que uno veía que era necesaria. Esos no eran temas nuevos, eran temas muy viejos, de mucho manejo en Colombia, que los habíamos tratado todos, y lo que se necesitaba era tener los calzones y la voluntad, la habilidad y la inteligencia para convencer a los demás que siguieran las tesis que él tenía. Pero yo vi eso desde el principio, él no estaba planteando nada diferente a lo que muchos sentíamos”.

Usted fue uno de los que propuso la reelección de Uribe, con la famosa frase de “reformar el articulito”…
“Sí señor. Y también fui el primero que dije que no debía haber una segunda relección”.

¿Históricamente era necesaria la reelección inmediata, o hubiera sido mejor para el país y para el mismo Uribe una reelección no continua? Así no se habría modificado la Constitución con un beneficiario determinado.
“El doctor Uribe recorrió mucho territorio, resolvió muchos problemas; avocó muchos temas muy difíciles y les dio solución en los primeros dos o tres años, y eso le dio al país un respiro muy grande, una cantidad de oxígeno bestial. Empezó a llegar inversión, creció el empleo, hubo crecimiento de la industria, mejoraron una serie de indicadores de la vida real, la gente volvió al campo, hubo tranquilidad en los pueblos, la producción en la tierra de cultivo, la producción de la fábricas pudo volver a ser ofrecida en las poblaciones a las cuales no podía llegar a no ser que pagaran “peaje” por poder pasar y llegar… Entonces, así las cosas, pensé en ese momento que la labor que estaba haciendo el doctor Uribe no solo era muy importante, como lo veía yo internamente, sino que era muy bien recibida por la comunidad nacional e internacional. Me preocupaba que se fuera a quedar en las dos terceras partes del camino, porque nadie garantizaba que la persona que lo sucediera fuera a continuar a pie juntillas lo que el otro estaba habiendo. Eso es muy difícil esperarlo y no se da. Y prueba de que no se da es lo que estamos viendo ahora, que todos pensábamos, o por lo menos el 87% que votó por Santos, que iba a hacer lo mismo que estaba habiendo Uribe… Y no lo está haciendo”.

¿Y cambió la percepción, transcurrido el segundo mandato?
“En 2005, 2006, yo pensaba que se necesitaba un segundo aire para que Uribe terminara la posta, que corriera los 400 metros más que le faltaban. El problema fue que hubo una serie de personas que quisieron quedarse en el poder de por vida, empezaron a darle cuerda al doctor Uribe y a proponerle que ya no fueran 8 sino 12, los años que se quedaran, y eso ya no estaba bien. Ya eso no garantizaba nada, no daba seguridad, era una figura de difícil venta y de muy complicada digestión”.

Pero es que él quiso quedarse…
“Él, en cierta forma, pensó que se podía quedar. A pesar de que hablamos muy largo, él y yo, antes de que eso empezara, y almorzamos en casa de él, conversando durante tres o cuatro horas, solos, sobre ese tema. Estuvo completamente de acuerdo conmigo en que no le convenía un tercer período. Me autorizó para decir en público que eso se había conversado con él. Yo lo dije ese mismo día, y al día siguiente en radio y en televisión. Él estuvo de acuerdo con lo que yo dije en público, pero luego una serie de personas que tenían otros intereses diferentes, lograron que él aceptara funcionar en un referendo, y cosas así”.

¿Quiénes fueron? ¿Gente del gobierno o de afuera?
“Gente muy cercana, José Obdulio Gaviria, Luis Guillermo Giraldo, en fin, un grupo de personas amigas que estaban ahí cerca de él, que querían continuar cerca de él, ahí”.

¿A 25 años vista -una generación- va a haber un balance muy distinto entre el primer gobierno de Uribe y el segundo?
“Sí, claro. El primer período de Uribe fue un mandato altamente productivo, porque fue además un período en el cual el país recobró todas sus energías. El país llegó a estar agonizante antes de que llegara Uribe. Grave. En la unidad de cuidados intensivos. De pronto salió de allí y empezó primero a caminar, luego a trotar y a hacer ejercicio, le fue bien, progresó en todo, la mejoría fue muy grande entre 2002 y 2006, fue brutal. Lo notamos no solo nosotros aquí sino los inversionistas de afuera, las calificadoras de riesgo, la banca internacional que nos prestó plata, las corporaciones financieras que ofrecieron plata para que vinieran a hacer inversiones aquí. Y de ese primer período de Uribe aún se sigue recogiendo cosecha, todavía hay algunas plantaciones que eran de tardío rendimiento y esas están dando frutos todavía. El problema es que yo no sé si estaremos dejando semilla…”

A muchos les quedó la impresión de que en el segundo gobierno de Uribe esa cruzada del primero, contra la corrupción y la politiquería, se dejó atrás. ¿Usted qué opina?
“Sí, yo creo lo mismo”.

¿Se politizó todo, se clientelizó el segundo mandato?
“Así es, se clientelizó. Y el tercero hubiera sido un desastre, si se hubiera dado”.

¿Cómo le parece el activismo de Uribe como expresidente? ¿Cree que estaría mejor distante, dedicado a la academia?
“Le reitero que yo prefiero hablar en privado estas cosas con el doctor Uribe. Eso sí, yo pienso que él no debería pelear tanto, que debería estar más tranquilo en la forma de expresar sus pensamientos, ¡pero él es así! Es un guerrero, y a él no le choca, él no busca los pleitos, se los encuentra, ahí están, se tropieza con ellos, le gusta llevarlos a buen término. Pero yo no quiero hacer ahí una crítica. Yo pienso que a él le convendría una posición más de estadista, más internacionalista, más tranquila. Un tipo que tiene toda la capacidad, toda la experiencia, todo el bagaje, todo el conocimiento para poder dar consejos a cualquiera que llegue a la Presidencia aquí. Raras personas que conozcan el país como lo conoce él, en todo, en su historia, en sus regiones, en su geografía, en su manera de actuar, en su comportamiento, sus costumbres. Eso lo conoce el pueblo muy bien conocido, a fondo. Por eso se puede entender muy fácil con el pueblo. Por eso sigue manteniendo la opinión favorable tan grande que tiene. Es increíble que después de tantas intervenciones y tantas peleas, y ya dos años largos de estar por fuera del Gobierno, continúe teniendo la acogida y el respaldo que porcentualmente tiene, que son muy altos”.

¿Le gusta a usted el Puro Centro Democrático?
“A mí me gusta el estilo de Uribe de los primeros años del Gobierno. Yo no sé cómo lo llamen políticamente hablando. Pero lo que era el trabajo de los primeros dos años (2002-2004), eso es lo que me gusta”.

Hace unas semanas, Salomón Kalmanovitz criticaba fuertemente las gabelas tributarias del Gobierno de Uribe, diciendo que se otorgaron cuantiosas exenciones tributarias para atraer inversionistas extranjeros que hubieran venido de todos modos para apropiar recursos naturales escasos y de elevadas rentas. ¿Será que así fue?
“Eso no es verdad, porque aquí no venían. Vea las compañías de petróleo, estuvieron aquí y se había ido. Oro siempre ha habido aquí, y aquí estuvieron las compañías inglesas, americanas, que vinieron a sacar el oro, y ya se había ido. Aquí la inseguridad, la violencia, la guerrilla, el secuestro, el asesinato, habían obligado a toda esa gente a irse, y cuando la gente se va, se va el capital también. Y la gente se va cuando siente miedo. No es sino mirar cuánto bajó la producción de petróleo nacional, y cual es la tabla de disminución de producción del oro; qué minas de carbón había crecido, y otros minerales. Sólo cuando hubo paz y tranquilidad fue cuando vinieron las inversiones importantes. Antes secuestraban a los americanos, a los europeos, a los japoneses, entonces toda esa gente y sus capitales se fueron. Volvieron cuando sintieron otra vez seguridad”.

Santos
¿Cómo ve a Juan Manuel Santos, y a su Gobierno?
“Yo soy amigo del Presidente Santos desde que estaba muy jovencito, fui toda la vida muy amigo de su padre y de toda su familia. Y continúo teniendo con él y con su familia una amistad importante. Lo que sucede es que lo que yo veo que son dos estilos muy distintos, dos formas muy diferentes de ver el país y de ver las necesidades; dos maneras bien opuestas de atacar las cosas, y dos metas, a mi gusto, muy diferentes. A mi manera de ver, pienso yo –no tengo manera de alguna de comprobarlo, pero lo deduzco de sus intervenciones y de comportamientos que le veo– que a él y a algunos funcionarios del Gobierno, están trabajando para firmar un acuerdo de paz. Yo creo que estamos volviendo a eso. Eso ni me gusta ni me choca, puede ser lo uno y lo otro según ciertos resultados y ciertos movimientos. Me gusta si es que se da. Muy difícil. Muy complicado”.

¿Cuáles serían los mayores inconvenientes?
“Pues que ahora los señores de las farc y del eln se vuelvan honorables, muy correctos, serios, y negocien y cumplan. Yo no sé qué vamos a hacer con 10, 12 mil personas que tienen ellos en armas, en qué las van a ocupar. El problema es ocuparlas. Usted no puede seguir teniendo a la gente como desplazados, tirados en las carreteras, en cualquier hueco de las ciudades. La gente tiene que vivir, o terminan delinquiendo”.

¿Ahí también hay un contraste con Uribe?
“El doctor Uribe tenía más la meta y el objetivo de conseguir que, con seguridad, se diera paz y tranquilidad. El doctor Santos, en su estilo, quiero interpretar yo, está buscando más firmar la paz, y con esa firma buscar tranquilidad. Son dos caminos distintos para ir a la misma ciudad: tranquilidad. Pero yo prefiero el camino del doctor Uribe”.

¿Usted cree que Santos quiere la relección y va por ella?
“Ah, yo creo que todo el que se siente allá, llámese como se llame, y sea de donde sea quiere la reelección. No sé por qué, porque ese es un puesto horroroso”.

Es que el poder engolosina…
“Sí, pero yo no quisiera ser Presidente, ni ministro, nunca he querido ir a ningún cargo de esos, son horrorosos. El puesto de ministro me parece espantoso, y el de Presidente peor, pero hay mucha gente que hace cualquier sacrificio por llegar allá. Y menos mal, porque el país necesita gente con devoción y abnegación para llegar allá”.

¿Cómo ve a los ministros, al equipo de gobierno?
“Es un equipo muy diferente, ahí no hay homogeneidad para poderlo calificar. Hay personas muy competentes, muy capaces, pero muy diferentes”.

¿Y en el área económica?
“El doctor Echeverry (Juan Carlos, ministro de Hacienda) ha hecho un manejo importante, bueno, de la parte económica”.

Hay una frase suya muy famosa que marcó época, en el Gobierno de Belisario Betancur, que decía “La economía va bien, pero el país va mal”. ¿Esa frase la repetiría ahora?
“Mmm, no. La economía va bien, sí. Y el país no va mal, pero no va bien. Yo creo que en materia de seguridad se ha aflojado, se ha desmejorado, y creo que se va a desmejorar más si no se cambian muchas cosas, si no hay un giro fuerte. El tema de las relaciones con la guerrilla es algo que muchos esperamos que se defina, que se sepa qué es lo que se está haciendo y qué es lo que se va a hacer. Porque a ratos uno cree entender una cosa, y al rato entiende otras. Si uno escucha hablar al ministro de Defensa, entiende unas cosas. Si oye hablar al Presidente o al ministro de Hacienda, entiende otras. Entonces yo pienso que sería muy bueno que pudiéramos entender una sola cosa”.

Si la seguridad es el punto más flojo, o el peor, del Gobierno Santos, ¿cuál le parece el mejor?
“Las relaciones internacionales. Salvo con Venezuela, que no comparto. Las otras relaciones me parecen bien manejadas, y haber terminado la labor que habían emprendido con los TLC, también es saludable y bueno. Ha habido tranquilidad para los inversionistas que habían iniciado proyectos importantes en el país”.

Hablando de TLC, ¿cómo ve al país para asumirlos?
“Es muy delicado que no hayamos podido hacer absolutamente nada hasta ahora en infraestructura. Llevamos 10 años en eso –y esto es una crítica al gobierno anterior– y no tenemos ninguna obra de envergadura, salvo algunas en el Valle del Cauca y en Caldas. Mire que llevamos veinte años haciendo una carretera desde Bogotá para Tunja, por terreno plano, no son sino 150 km planos, y eso no ha podido… El país está muy mal de infraestructura. Al río Magdalena no le han hecho nada, y yo me acuerdo pues del doctor Andrés Uriel en el 2002, que fanfarroneó con el río Magdalena, como loco en todas las entrevistas que dio, y nada, ahí no se ha pegado ni una sola palada para corregir esos canales de navegación del río. En ferrocarriles tampoco hemos hecho nada”.

Y sin infraestructura…
“No hay posibilidades de mayor crecimiento. El crecimiento está limitado a la capacidad de transporte, y ésta viene ahogada en el país desde hace mucho rato. La estructura de transporte que tenemos es la misma de los años 60 del siglo pasado, en ocasiones ampliada un poquito, pero nos movilizamos por los años 60”.

¿Por qué Santos, que tiene formación cosmopolita y económica, tampoco le ha puesto énfasis a la infraestructura?
“No sé. Y eso que ha nombrado allá gente competente. Desafortunadamente no han logrado desenredar lo que encontraron en ese Ministerio (el de Transporte)”.

La Andi
¿Cómo ve a la Andi ahora?
“La Andi dejó de ser la Asociación Nacional de Industriales, y se volvió como la venezolana, como Confecámaras. Se volvió una unión de cámaras: la cámara de la industria, la cámara de la hotelería, de las flores, del calzado, de las drogas… Son muchas cámaras. Muy difícil de manejar. Luis Carlos Villegas es un mago para manejar eso, porque hay que estar de acuerdo con todo el mundo, o en desacuerdo con todo el mundo sin pelear con ninguno”.

¿A qué dirigente empresarial admira, o admiró?
“Yo vi trabajar a gente muy importante y muy capaz: Carlos J. Echavarría, don Vicente Uribe Rendón, esa generación fue brutalmente importante, una generación que en realidad le enseñó al país a trabajar y hacer industria y a ahorrar. Y a vivir. Esa es la mejor de las generaciones que yo he visto”.

¿Y de las actuales?
“En las actuales generaciones hay unos muy buenos. Muy competentes, muy bien preparados, muy especialmente en la parte técnica: como ingenieros, como economistas, como abogados, como administradores. Muy eficientes. Hace falta, eso sí, universalidad, y meterse un poquito en los problemas del país. Qué sucede en el tema político, qué pasa en la comunidad, cómo va el país. Si el país no camina, la industria no puede caminar, y hay veces que hay que ayudar a que la parte política camine para que dejen caminar a la parte empresarial”.

De toda su trayectoria, tanto como dirigente empresarial como de asesor presidencial, ¿qué momento escogería usted, que haya podido ver que su intervención fue fundamental para un cambio de rumbo del país?
“Del 2000 al 2002: el momento antes de la llegada del doctor Uribe a la Presidencia, cuando hicimos su campaña. Yo vi que podía participar y podía ayudar. Y por eso me puse a ayudar. Paré de hacer todo lo que estaba haciendo, y me dediqué gratuitamente, ni con ningún beneficio, ni con aspiración a ningún puesto a pesar de que repetidamente me ofrecieron, pero no quise ser ni ministro ni embajador. Yo estaba por ayudar a un hombre que yo vi, y creí, que era capaz de cambiar el rumbo total del país, como efectivamente lo hizo. Aquí íbamos para el despeñadero”.

¿De los dirigentes políticos actuales, a cuál le ve futuro, cuál le gusta?
“Mmm. Ahí sí me corchó…”

¿Le gusta Vargas Lleras?
“Sí, me parece competente, capaz, trabajador. Le ha convenido la experiencia de pasar por el Gobierno, que no la tenía porque había sido únicamente parlamentario. Yo creo que ya está aprendiendo muchas cosas que no se pueden hacer, y eso está bien que lo aprenda”.

¿Ese talante imperial que se gasta no será un obstáculo?
“No, yo creo que él es mandón y peleador, al país eso no le choca”.

¿Como sucesor de Santos, si no va a la relección, quién le gustaría?
“Vargas Lleras. Puede hacer un buen gobierno”.

¿Y entonces quién va a recoger las banderas de Uribe?
“No veo a ninguno. Nadie ha adquirido el nombre y el prestigio que se necesita para ser candidato presidencial. Hay que tener fuerza en la presentación de los temas. Este es un país donde el tema de la capacidad y la contundencia es muy importante”.

Entonces, ¿cuál es el principal atributo para un Presidente?
“El temple. Y Vargas Lleras lo tiene. Así como al doctor Uribe le sobraba”.

¿Será por eso que no se pueden ver?
“Pues claro. Porque son iguales”.

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