River Plate. Passarella. La violencia en el fútbol. Las elecciones presidenciales que asoman en el horizonte.
En el arranque del certamen en el que Argentina tratará de recuperar su sitial de honor en el fútbol suramericano aprovechando su condición de local y la presencia de Lionel Messi, los argentinos hablan de todo... menos de la Copa América.
Resulta llamativo el escaso relieve que le dan los medios locales al torneo que comienza hoy con el choque Argentina-Bolivia (7:45 p.m. en Colombia). Ese desinterés responde a varios factores, en particular el hecho de que River acaba de descender a la segunda división. Su debacle y los desmanes protagonizados por sus hinchas, acaparan los titulares desde el domingo.
Las críticas a la ineptitud de las autoridades para prevenir incidentes también están al orden del día y le dan al episodio una dimensión política en un año de elecciones.
Otra de las razones es la actitud asumida por el presidente de River, Daniel Passarella, quien parece desligarse de la gravedad de la situación y se maneja como si el descenso fuese un episodio anecdótico.
Argentina, por otra parte, se encamina hacia las elecciones del 23 de octubre y en estos días se anunciaron las fórmulas presidenciales -la presidenta Cristina Fernández confirmó la semana pasada que buscará la reelección- y se definieron las listas de candidatos al Congreso.
Son evidentes los sentimientos ambivalentes que genera el conjunto de Messi y del técnico Sergio Batista.
Dieciocho años sin títulos a nivel de mayores hacen que la afición tome cierta distancia de la Selección nacional. Batista, un entrenador sin mayor experiencia, no despierta demasiada confianza y los argentinos todavía siguen esperando que Messi rinda como lo hace en el Barcelona.
"Con un jugador (Messi) no ganamos la Copa", sostuvo Alejandro Lasia, un conductor de 34 años que cuestionó el esquema de Batista. "No tiene una línea de juego".
"Hicimos amistosos contra nadie", acotó Jorge Valdés, de 45 años y quien maneja la recepción de un edificio de oficinas de la capital.
No obstante, no descarta que Argentina gane la Copa. "Con las figuras que tenemos, hay que ser animadores", afirmó.
Messi se fue de Argentina a los 12 años y a muchos les cuesta identificarlo como un producto nacional. Dicen que no puede ser considerado un grande como Diego Maradona mientras no levante un trofeo con la Selección mayor; mucha gente siente que el delantero está en deuda con el país.
"Esta Selección no despierta pasiones", declaró Valdés. "Pasión es la que despiertan Boca o River".
La expectativa es que esta Copa consagre definitivamente a Messi como el líder de la Selección. La afición aguarda agazapada, lista para endiosarlo si Argentina conquista su título 15 o para llenarlo de oprobio si desentona.
Messi afirmó que "nunca" se ha puesto a pensar en que será la figura de un torneo y que la presión de la afición en la Copa América no recaerá solamente sobre él, sino sobre todo el equipo.
"Sólo puedo decir que estoy bien y me siento con mucha ilusión de que esto comience", dijo Messi, de 24 años.
Y agregó que jugar con la camiseta argentina le provoca una sensación especial, "pero éste no deja de ser un torneo de fútbol que queremos ganar. La presión es la misma en cada uno de los partidos que me toca jugar".
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