En el Valle de Aburrá la vida de los bomberos cambia mucho de un lugar otro. En Itagüí y Caldas preocupa la pobreza. Los restantes ocho municipios reportan un estado ideal, infraestructura y hombres en cantidades adecuadas para operar y reaccionar ante una situación complicada.
Si fuera por el estándar universal de un bombero por cada 5 mil habitantes, estarían sobrados, pero no con los equipos suficientes. En Medellín faltaría más recurso humano.
El tema es de altibajos. Mientras en Girardota el capitán Miguel Ángel Zuleta reporta que su cuerpo de bomberos tiene "excelentes" relaciones con la Administración Municipal y un contrato próximo a firmar que le permitiría operar tranquilo este año, en Itagüí la situación es dramática.
"Nos adeudan 400 millones de pesos del año anterior. En este momento no hay contactos para firmar convenio con la Alcaldía y estamos a punto de que nos corten el suministro de gasolina, porque tenemos un alcance de 15 millones de pesos", relata el capitán Javier Piedrahíta Santa.
A esa pésima situación se suma el hecho de que la Alcaldía tiene la intención de formar otro cuerpo de bomberos voluntarios, lo cual carece de sentido, según el parecer de las demás unidades del Valle de Aburrá, que enviaron una comunicación firmada por todos sus comandantes y dirigida al gobernador, Sergio Fajardo , y a la Confederación Nacional de Bomberos de Colombia, rechazando tal intención.
De sur a norte
Contrapuesto al oscuro panorama de Itagüí, un municipio lleno de industrias que trabajan con químicos y gases, expuesto a emergencias tóxicas, está Medellín, que tiene uno de los cuerpos de bomberos mejor dotados del país. Dispone de 8 estaciones, 237 bomberos de planta (ninguno voluntario) y cerca de 30 máquinas y vehículos. Envigado tampoco se queja, pues además de una nueva sede, tiene apoyo municipal y está próximo a firmar contrato para este año, dice el comandante John Villada.
En el Norte del Aburrá, contando Barbosa, Girardota, Copacabana y Bello, si bien no se sienten en un momento ideal, por lo menos sus unidades se consideran apoyadas y con capacidad de respuesta. En Copacabana la sede es precaria, pero hay intención de mejorarla y construir una nueva. En Barbosa es igual, pero la teniente Nubia Orrego no se resigna y espera una mejoría, "tanto en personal como en vehículos y sede".
En Caldas, la localidad donde se lanzó la alerta bomberil, el caos sigue, sostiene la teniente Gladys González : "Nuestros carros están varados sin operar y la alcaldesa no se reúne con nosotros ni define nada".
En los inventarios, los bomberos mencionan el número de vehículos, ambulancias y máquinas, pero no todas funcionan a la perfección.
Falta una política clara frente a los cuerpos de bomberos, problema del país que se refleja en el Valle de Aburrá.
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