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LAS FARC QUIEREN NEGOCIAR

  • HERNANDO GÓMEZ BUENDÍA | HERNANDO GÓMEZ BUENDÍA
    HERNANDO GÓMEZ BUENDÍA | HERNANDO GÓMEZ BUENDÍA
11 de marzo de 2012
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Las Farc llevan 48 años de comunicados farragosos que nadie lee porque no dicen nada nuevo. Pero en el del pasado 26 de febrero hay mensajes que no deben pasar desapercibidos. Me refiero a cinco cambios de posición desde que se rompió la mesa del Caguán:

- El mal llamado "canje" fue el tema único de diálogo entre las Farc y Álvaro Uribe . Con Juan Manuel Santos , y en especial desde que alias Timochenko está al mando, la guerrilla insiste en dialogar para la paz.

- En el Caguán se acordó una "agenda común" que implicaba refundar el país. Ahora la fórmula se cambia por "conversar para hallar una salida civilizada a los graves problemas sociales y políticos que originan el conflicto".

- En vez del "canje" que pedían (y que lograron con Samper), las Farc venían liberando a los soldados y policías cautivos, y ahora anuncian que los entregarán a todos.

- La más llamativa: la derogatoria de la "Ley 002", que autorizaba el secuestro extorsivo. Este ha sido el clamor contra las Farc, y una exigencia constante del gobierno, que ahora adoptan sin contraprestación.

- Más sutil, pero tal vez más importante, es la propuesta de "comenzar por un acuerdo de regularización de la confrontación".

La regularización es una palabra técnica para aceptar las normas del Derecho Internacional Humanitario. Es decir, acabar con las pipetas, las minas o el reclutamiento de menores, pero también con la tortura, las desapariciones y los falsos positivos.

Los medios se limitaron al punto de los secuestros e insistieron en que "a las Farc no se les puede creer".

Santos, con prudencia y con tino, valoró "el anuncio como un paso importante y necesario, aunque no suficiente".

Y Uribe reaccionó contra este nuevo "engaño" de los "terroristas".

Después del Cagúan -y de 10 años de escalada militar- es natural que muchos colombianos rechacen casi instintivamente la idea de sentarse a dialogar.

Y sin embargo esos mismos colombianos, comenzando por Uribe, deberían celebrar los cambios en la actitud de las Farc, porque se deben a los golpes que recibieron durante estos años:

- El "canje" se acabó por sustracción de materia a raíz de la "Operación Jaque", que dejó a la guerrilla sin "canjeables" de verdad.

- La ofensiva militar amansó el sueño de la "revolución por contrato" que implicaba la agenda del Cagúan y la cambiaron por otro más limitado de atender a las causas que perpetúan el conflicto.

- Renunciar al secuestro fue la exigencia de Uribe, y es el intento de mostrarle al país que esta vez, tras los golpes, las Farc sí están dispuestas a las concesiones.

Si el enemigo quiere la paz porque ha perdido fuerza, ¡bienvenida la paz!

En un país que lleva 48 años de desangre, cuyo gasto militar es el mayor del hemisferio (incluyendo a Estados Unidos), que no puede avanzar porque lo ahogan los señores de la guerra, acelerar el fin de las hostilidades es el primer deber del gobernante y la primera tarea de la ciudadanía.

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