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Ley para una vida con altura

27 de diciembre de 2008
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Bernabé nunca olvidará el día en que trataron de robárselo para un circo. "Me puse a gritar y a llorar y unas personas corrieron a ayudarme", dice hoy, en medio de risas. Es que la vida no es fácil para quienes, como él, no miden más de un metro con 20 centímetros.

Ir al cajero, a un supermercado, montar en bus o hacer una llamada en un teléfono público, aunque son situaciones comunes y corrientes, para los pequeños son odiseas.

Los mal llamados enanos son personas que por estos días ya no están en el anonimato gracias a una ley impulsada por el senador Jorge Ballesteros. El objetivo es que a ellos se les dé el mismo trato que a las personas en situación de discapacidad.

En adelante gozarán de los beneficios que plantea la Ley 361 de 1997, la cual protege los derechos de los discapacitados.

Con la ley se espera que los pequeños tengan oportunidades dignas de trabajo, puedan estudiar y acceder a la atención en salud en respuesta a su deficiencia física.

"La idea es crear una política pública para estas personas, que se sepa cuál es la población que padece esta afectación física, que se investiguen tratamientos y se facilite su inclusión", dice el Senador.

Ese ya es un paso adelante si se tiene en cuenta que es la primera vez que se legisla para las personas de talla pequeña.

Cálculos de la Asociación Pequeños Gigantes, la cual funciona en Bogotá, estiman que en el país hay cerca de 17 mil personas con estas características. Sin embargo, con la ley se pretende hacer un censo para identificarlos y comenzar a garantizarles sus derechos. Es que la realidad indica que muchos ni si quiera salen a la calle para evitar las burlas y a veces son motivo de vergüenza para sus familias.

Opciones reducidas
En Medellín no se hace nada para estas personas. Para comprobarlo solo hay que escuchar hablar a estos pequeños sobre las dificultades que se encuentran a diario: "nunca podemos utilizar un teléfono público y para ir a un cajero tenemos que estar acompañados porque no alcanzamos" dice Lore, una pequeña de 26 años.

La vida de ella ha sido prácticamente normal gracias al amor de los suyos y a que tiene la posibilidad de trabajar en una cacharrería de la familia. Pero esa suerte la tienen muy pocos. Según Lore, la mayoría de personas de talla pequeña no estudian ni trabajan y muchos tienen problemas con el alcohol por el rechazo de la sociedad.

Las opciones laborales se han reducido en ser bailarines, payasos o ayudantes de circo y aunque ese tipo de oficios también dignifican su vida, lo cierto, es que hoy reclaman que las posibilidades sean mayores.

"Podemos desempeñarnos en cualquier cosa con un poco de ayuda", asegura Wendy, quien con un metro de estatura le ha demostrado a más de una persona que las limitaciones solo están en la mente.

Ella es madre de dos niñas de estatura normal y, con paciencia y ternura, les ha hecho comprender que aunque es diferente físicamente les puede dar amor y enseñarles como cualquier mamá.

"Mi esposo medía un metro con 75 centímetros y teníamos una relación normal", dice Wendy, quien ha sabido sobrellevar la exclusión con una tenacidad admirable para otros pequeños.

Asegura que no tienen ningún impedimento para relacionarse con personas de talla alta y que la dificultad más grande es la ignorancia de la gente. "En Estados Unidos es diferente, respetan mucho a los pequeños y a los cinco años de trabajo nos pensionan", comenta Wendy quien vivió en el país del norte pero nació en Colombia.

Ella adecuó su casa para poder hacer su vida más fácil. La cocina y el baño están hechos a su medida y trajo de Estados Unidos unas extensiones que adecuó en su carro para solucionar su problema de movilidad. Todos los días se sube a una silla pequeña para transportar a sus hijas y movilizarse por la ciudad debido a que vende propiedad raíz con una agencia gringa.

Las miradas constantes de la gente ya no son motivo de sufrimiento para Wendy y, al contrario, saca partida de los chistes de mal gusto que pueda hacer cualquiera. "Usted se imagina qué puede decir la gente, cuando nos ve a nosotros tres montados en mi carro", dice, y se ríe.

La amistad con Lore y el novio de ella, Bernabé, ha sido muy fructífera. Entre los tres tienen planeado crear una asociación para personas pequeñas de Medellín.

"Estamos muy aislados y ni los médicos saben cómo tratarnos porque los pequeños tenemos más de 700 diagnósticos", explica Wendy.

Lore, quien es diseñadora de modas, no concebía relacionarse con otras personas pequeñas hasta que hace un año fue a un encuentro en Bogotá y conoció a su novio.

"Yo había tenido novios altos pero estar con una persona de la misma estatura es mejor. Estamos cara a cara. No tiene que agacharse para darme un abrazo", dice Lore mientras saluda de beso a Bernabé, quien hoy da gracias por haberse salvado de los secuestradores del circo y poder trabajar como bailarín en una discoteca en Cali.

Con él, Lore se ha tenido que enfrentar a burlas. "Cuando vamos a un restaurante dicen: 'mirá a esa pareja de enanitos', pero yo le digo a Bernabé que actuemos normal porque con enojarnos la gente no va a culturizarse".

Su meta es crear la asociación y que la aconDROP   lasia, como se llama la enfermedad, deje de ser objeto de burla en el país. "Nosotros utilizamos una silla para alcanzar las cosas pero deberían existir cajeros y teléfonos bajitos, porque nosotros estamos en la sociedad", remata Wendy.

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