El primer concierto de Kraken fue el 22 de septiembre de 1984. Sábado. El teatro se llamaba Lux, de Manrique. Doscientos pesos valía la entrada. En la boleta, rectangular, blanca, decía heavy metal.
Todavía no cantaban rock en español. Fue un concierto de covers: Judas Priest, Leppard, Iron Maiden, Ozzy, Black Sabbath. El nombre, Kraken, lo había puesto Elkin Ramírez, el vocalista, no muchos días antes, pensando en el monstruo mitológico.
La historia empieza antes, en Carlos E. Restrepo, cuenta Hugo Restrepo, el entonces guitarrista. Él había hecho su propia guitarra y tocaba, lo que alcanzaba a tocar por afinidad, por nada más. Unos amigos le dijeron que en el bloque 32 habían escuchado unos muchachos cantando. Hugo se sentó al frente del edificio, esperó, subió al apartamento, pidió a esos desconocidos permiso para escuchar y terminó siendo el guitarrista.
Estaban Pablo Lema, Jorge Atehortúa y Jaime Tobón. Tocaban covers de los Beatles. "Yo era el más malo ahí. Escasamente hacía un punteo, pero Jorge me enseñó a leer cifrado".
Luego se salió el baterista y entró Gonzalo Vásquez, Gonzo. Se pasaron a ensayar a su casa y Pablo Lema se retiró. Se quedaron sin teclista y sin cantante. Entró Jairo Álvarez, que después sería manager, pero no duró. Recomendó a Elkin. Montaron el repertorio e hicieron el primer concierto, el de la boleta que decía, al final, nos reservamos el derecho de admisión.
Seis meses después se fue Jaime y entró Ricardo Posada. "Ahí nace —recuerda Hugo— la alineación que todo el mundo conoció". Gonzo en la batería, Jorge en el bajo, Ricardo y Hugo en las guitarras y Elkin en la voz. Empezó un proyecto más serio. No cantaron más lo de los otros. Compusieron. Llevaron la guitarra, la batería, Elkin escribió.
Lo demás fue por los cassettes. Grababan sus ensayos en vivo, sin parar, a punta de grabadora. Luego se lo regalaban a los amigos, cuenta el guitarrista, a espaldas de Elkin, que no estaba seguro, porque le parecía que no era tan perfecto para compartir. Era el Youtube de la época.
"La banda aún no tiene impresa ninguna de sus canciones —se lee en un folleto hecho por ellos en 1990—, pero una multitud de seis mil personas canta a todo pulmón Todo hombre es una historia. La comunicación underground demuestra su efectividad: grabaciones piratas de sus temas, tomadas de ensayos, son distribuidas entre el público de Kraken, reproducidas hasta el infinito y aprendidas como un himno".
La gente empezó a encontrar una banda sólida. Ensayaban, religiosamente, cuatro o cinco horas, los sábados, los domingos. Lograron un sonido, señala Vicky Trujillo, quizá la locutora más famosa de los 80, relativamente propio, con unas letras contundentes y una fuerza con la que las personas se encontraron. "La gente identificaba, eso es Kraken, son sus guitarras, esa es la voz de Elkin. Es una banda con estilo propio que defendió su ideología, sus letras, que no se dio a la tarea de hacer covers ni de copiar estilos".
Llegó Kraken I en 1987 y luego Kraken II en 1989, y una de las canciones que los sacó, del todo, del anonimato, y que hoy es un clásico: Vestido de cristal. "Si hace falta que le mire/ a los ojos miraré;/ ya hoy... creo que es tiempo".
Los éxitos siguieron. Kraken III, el concierto de la Independencia en la Plaza de Toros La Macarena, con más de 10 mil espectadores. Kraken IV y Lenguaje de mi piel. Los músicos del principio se fueron. Los dos últimos, Hugo y Jorge. Elkin quedó solo. No pelearon. No para separarse. Cada uno se fue, a sus proyectos. Para Elkin, el grupo era su proyecto de vida.
"El nombre de Kraken, como nombre, es el mismo —explica el vocalista—. La tendencia es cien por ciento roquera. Eso se conserva. Los músicos con los que inicié la banda se retiraron voluntariamente hace muchísimos años, entonces yo, como cantante líder, lo que he hecho es convocar nuevos músicos para las diferentes etapas de la agrupación. La alineación actual tiene diez años".
Seis nombres. El de siempre, Elkin. Los desde hace diez años. Luis Ramírez está en el bajo, Andrés Leiva es la guitarra líder, Rubén Gélvez hace los teclados, Julián Puerto toca la batería y Ricardo Wolff, la segunda guitarra.
"La fortaleza son su público y su música —dice Elkin—. Su música como mensaje y su público como el que apoya y entiende toda esa temática y esa filosofía de las canciones".
Épocas que no se han ido
En 30 años pasa toda una vida. El hijo de Elkin, Andrés, va para los 30, igual que el grupo. Pasan muchos recuerdos, como cuando a Kraken le dio por tocar con la Filarmónica de Bogotá. Fue un choque, expresa Rafael González, periodista que escribe el libro por los 30 años, porque había dos roles, el de los intérpretes de música clásica y el de los roqueros, con todas las prevenciones. No sabían, quizá, que Elkin cree en su banda. Cuando ya iban a terminar, el violín principal, todo un señor, se paró, lo felicitó por el compromiso, por el rock que sonó sinfónico, tan culto como la música clásica.
Kraken se ganó un lugar en el rock colombiano. Es un grupo referente, afirma Manolo Bellón, experto en música, porque lograron traspasar las fronteras y convertirse en inspiración. "Por supuesto que hay grupos más nuevos, que de repente tienen un éxito más grande, pero nadie le puede quitar lo bailao a Kraken. Ha sido capaz de reinventarse y mantenerse vigente".
Reinventarse no es perder la esencia, porque la ideología está, los mensajes están, las intenciones están, si bien la música ha cambiado, incluso por los distintos integrantes. Tiene que ver, en gran parte, con esa idea que han defendido, desde cuando estaban en el año uno. "La razón es que nuestras vivencias no son, ni se aproximan a dicha moda. Lo nuestro es más una obra que un producto, por eso nunca hemos hecho música para la radio", se lee en un texto de la época, escrito por ellos.
Vicky lo sabe. Kraken defendió y fue consecuente con esa filosofía de vida y de trabajo. Creyeron en la propuesta, Elkin cree en la propuesta. Tiene a Kraken en la cabeza. Se la llevó para Bogotá en 2004, cuando encontró insostenible seguir en Medellín. No ha bajado la cabeza. Rafael precisa que no es como otras bandas que se acaban y se reencuentran. No. Desde 1984 no ha dejado de producir, de hacer conciertos. De estar ahí, para sus seguidores, aunque sea ot ra época. Aunque no suene en las emisoras, que tampoco son las mismas, con la frecuencia de antes. "Kraken es mucho más valorado en otros lugares de Latinoamérica, pero hay que mirar bien a fondo la representatividad que ha tenido a través del tiempo: ha estado viva durante 30 años".
Una vida que sigue. La banda continúa tocando, como en ese septiembre, cuando apenas sabían que se llamaba Kraken.
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