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Los demócratas aún soñamos (II)

La ciudad ofrece ambientes y contextos cargados de disimilitudes. Han de ser entendidos y atendidos con el respeto y con el interés que ameritan sus específicas condiciones de vida y de cultura.

  • Los demócratas aún soñamos (II) | Henry Agudelo, Archivo |
    Los demócratas aún soñamos (II) | Henry Agudelo, Archivo |
22 de agosto de 2011
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Dos aspectos le brindan dinamismo a las ciudades: el hombre con su actitud de crear, de innovar y de desarrollar y la realidad actual de las comunicaciones, con su eficacia y con su inmediatez.

Ambos elementos hacen que las ciudades se reconozcan como espacios de puertas abiertas para la evolución de su historia.

La ciudad así comprendida es idónea para el desarrollo. Es capaz de realizar y de poseer procesos de crecimiento. Es apta para mirar más allá de lo rutinario.

Los líderes de la democracia harán suya la gestión de promover los dos factores mencionados encauzándolos hacia el bien común de los ciudadanos por medio de una gestión dinámica, flexible y contextualizada.

El dinamismo cobija y abarca las múltiples dimensiones de los ciudadanos: los espacios educativos, los signos de progreso empresarial, las gestiones de orden social, las tendencias propias de los campos productivos, los agudos intentos de supervivencia en algunos grupos sociales, por sólo mencionar éstas. De unas y de otras, de su suma, emana la ciudad como fuente y expresión de vida. Se establece su diferencia con una sociedad caracterizada por el estatismo y por la pasividad.

La flexibilidad sabe asumir las tradiciones y los valores del ayer para hacerlos dialogantes con las tendencias, con los retos y con las intuiciones de lo que está por venir. No le incumbe a la democracia circunscribir su posición ni en nostalgia de lo pasado ni en la ingenuidad ante el futuro. Los buenos cimientos del presente son la solidez para el devenir de la historia.

La ciudad ofrece ambientes y contextos cargados de disimilitudes. Han de ser entendidos y atendidos con el respeto y con el interés que ameritan sus específicas condiciones de vida y de cultura. Empleados de industria y trabajadores informales, mujeres y hombres, piel negra y piel blanca, opinión ilustrada y opinión espontánea, discapacitados y personas vulnerables son sólo ejemplos de ello. La democracia les servirá como respaldo a sus identidades si les establece las condiciones apropiadas a su desarrollo, a sus proyectos y a sus necesidades; si involucra el respaldo y la evolución de sus peculiares formas culturales. La uniformidad cultural que se podría imponer sería una dolorosa extirpación de factores específicos en grupos y en sectores sociales.

El fomento del respeto y de la acogida a 'la diversidad' es el signo de una democracia pacífica cuyo objetivo es la construcción de la unidad en medio de un contexto de seres diversos. Así practicada llegará a ser lo contrapuesto al desprecio, al desconocimiento y a la confrontación con las disímiles formas de vida de los ciudadanos.

En cada una de aquellas condiciones humanas se esconden y brotan dimensiones vitales de interés: forma de conocer y entender a la persona y a la sociedad, sentido de la economía, óptica sobre el desarrollo, vivencias religiosas, tendencias culturales, visiones del mundo global, focos de la investigación académica.

Todo este conjunto de aspectos -ciudad compleja- solicita una tarea tanto de análisis y de estudio como de pedagogía.

Conducir una urbe no puede hacerse a "ojo cerrado". Hacerlo sería señal de ingenuidad. La necesidad de estudiar y de conocer los espacios de la ciudad, de analizar los factores que la componen y de interpretar sus efectos es deber impostergable para quien desea servir con seriedad la obra de la democracia. Unos centros de investigación ciudadana suministrarían los elementos para dar calidad al gobierno.

Otro tanto ha de exigirse a la misión educativo-pedagógica. Será el recurso para la formación de los ciudadanos con el propósito de que ellos posean una conciencia responsable e instruida sobre su papel social.

Sus tareas al respecto serán, entre otras: poner cimientos seguros en la sociedad de acuerdo con sus nuevas dimensiones, despertar de modo consciente y realista a las facetas novedosas que surgen para suscitar allí unos valores que quizá hasta ahora no aparecían tan explícitos, introducir e incentivar factores de importancia como son el sentido de la participación ciudadana y la cultura de lo público y la formación política del ciudadano 'de a pie'.

Tópicos que hoy surgen con intensidad y que son vivencias cotidianas.

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