Hay un mito en el Palacio de Nariño: el gobierno Bolivariano de Venezuela es un aliado de las guerrillas colombianas y las ha estado apoyando con armas y recursos con la ilusión de que lleguen al poder. Hay un mito en el Palacio de Miraflores: Estados Unidos puede en cualquier momento invadir a Venezuela y Colombia será la cabeza de playa de esta invasión.
Es esta leyenda simbólica la que ha alimentado el conflicto entre Colombia y Venezuela en los últimos años. Es tan descomunal la fuerza de la fantasía que ha sembrado la posibilidad de que entre estos dos países se desate una confrontación armada.
Sé que es un poco arbitrario darle el nombre de mito a unas ideas que se han tejido a golpe de múltiples hechos y realidades. Uno y otro gobierno pueden mostrar a cada rato indicios para sustentar la verdad de su idea y para acrecentar su fantasía.
Para nadie es un secreto que el presidente Chávez está interesado en propagar por toda América Latina una particular apreciación sobre el legado de Simón Bolívar y un proyecto político al que nombra como "socialismo del siglo XXI".
Como Chávez no ha tenido en Colombia eco en fuerzas civiles para su bandera política, existe la sospecha bien fundada de que su único recurso son las guerrillas que sí han dado señales de acoger estas propuestas.
No son sólo coincidencias ideológicas. El gobierno del presidente Uribe también ha podido mostrar que Chávez ha sido tolerante con la presencia de jefes de la guerrilla en Caracas y con el traspaso de la frontera por parte de frentes guerrilleros. Ahora ha podido exhibir lanzacohetes incautados a las Farc que habían sido vendidos por Suecia el gobierno venezolano. Así mismo ha encontrado en el computador de Raúl Reyes muchas alusiones a la posibilidad de una intermediación en la compra de armas y de una ayuda en dinero.
Y como el gobierno colombiano ha sido el principal aliado de Estados Unidos en la región y ha recibido una ingente ayuda militar de Washington para el combate al narcotráfico y a las guerrillas, tampoco le queda difícil a Chávez señalar una y otra vez la posibilidad de que Estados Unidos utilice a Colombia para alguna aventura militar en Venezuela.
La decisión del gobierno colombiano de violar el territorio de Ecuador para dar de baja a Raúl Reyes vino a afianzar esta idea en la memoria de los venezolanos. También las continuas declaraciones de altos funcionarios del gobierno colombiano echando leña al fuego de la controversia entre Venezuela y Estados Unidos. Pero la paranoia se ha intensificado en estos días con el anuncio de instalación de cuatro bases militares norteamericanas en territorio colombiano.
Me he dado la licencia de llamar mitos a las ideas que alimentan la confrontación entre estos países hermanos porque no creo que Chávez, con los conocimientos militares que posee y las habilidades políticas de que ha dado muestra, piense que las guerrillas colombianas tengan la posibilidad de llegar al poder por la vía armada. No creo que sea tan torpe para apostar a una salida militar del conflicto colombiano.
Menos creo que el presidente Uribe y la dirigencia del país hayan considerado en algún momento la posibilidad de contribuir a una invasión de Venezuela. El acto es tan irracional y tan irresponsable que no me cabe en la cabeza. Ningún presidente por obstinado y guerrerista que sea se puede atrever a enfrentar a la región latinoamericana, a correr con el riesgo de que en medio de una guerra internacional se crezcan hasta la desmesura las guerrillas colombianas y a llevar a la debacle la economía colombiana.
Pero no por ser fantasías dejan de ser peligrosas. Las guerras suelen alimentarse de mitos y acciones irracionales y las leyendas simbólicas son tan difíciles de desmontar como las verdades que se apoyan en datos irrefutables. Ni Chávez convence a Uribe de que no es aliado de las Farc, ni Uribe es capaz de persuadir a Chávez de que las bases norteamericanas son para consumo interno.
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