Desde que una supercomputadora desarrollada por IBM derrotó en 1997 al campeón mundial de ajedrez Gary Kasparov en solo 19 jugadas y apenas una hora de juego, siempre me he preguntado qué cosas nuevas pueden hacer los robots asistidos con programas de inteligencia artificial como la legendaria máquina de IBM.
Por ejemplo: ¿Puede un robot dirigir una orquesta? La respuesta es sí. En 2008, un robot fabricado por la empresa automotriz japonesa Honda dirigió la Orquesta Sinfónica de Detroit en la ejecución de "El sueño imposible", un fragmento de la popular comedia musical "El hombre de La Mancha".
El robot se llama Asimo y mide solo 1 metro y 30 centímetros de altura, tiene cabeza, torso, piernas, brazos, manos y dedos y es capaz de caminar, correr, reconocer objetos que se mueven y rostros, adoptar posturas, hacer gestos y distinguir sonidos. De hecho, antes de empezar el concierto saludó al violoncelista Yo Yo Ma, uno de los artistas invitados.
Después de su presentación, el público lo aplaudió entusiasmado, pero los músicos expresaron opiniones contradictorias sobre su desempeño. Algunos calificaron sus gestos como fluidos, pero otros dijeron que el robot carecía todavía de cualidades humanas.
"No se le pueden ver los ojos. No puede transmitirle a uno ninguna emoción. No se mueve hacia delante; no se mueve hacia atrás. No da indicación alguna", dijo uno de los músicos.
El director de la orquesta advirtió que el robot no podía improvisar dejándose llevar por un impulso momentáneo, algo que todos los directores tienen que poder hacer para dirigir realmente una orquesta. Por eso dijo que no sentía temor de que pudiera reemplazarlo.
Pocos meses después, Toyota sorprendió de nuevo al mundo al presentar en un festival internacional de música a otro robot humanoide llamado Socio. Este era capaz de tocar la trompeta.
En ese momento los robots ya ayudaban a miles de personas en el mundo en trabajos de limpieza y desobstrucción de canalones y alcantarillados. También se encargaban de tareas peligrosas para los humanos como desactivar bombas y combatir incendios. En las grandes plantas de fabricación de autos de Japón, China, Corea del Sur, Europa y Estados Unidos habían reemplazado a cientos de miles de obreros en las cadenas de ensamblaje.
Sin embargo, cuando se pensaba que iban a desplazar por completo a los humanos en la industria automotriz, la historia ha dado un vuelco inesperado. Hace pocos años Toyota se vio obligada a devolver a sus talleres, para revisarlos, por lo menos 10 mil automóviles vendidos en Estados Unidos debido a un problema en el sistema de aceleración. Hace un mes, sus directivos anunciaron que unos 6 millones y medio de vehículos fabricados por Toyota en todo el mundo deberán ser revisados por una serie de problemas en la dirección y en los asientos en 27 modelos producidos desde 2004. Este año Toyota, Nissan, Honda, Mazda y General Motors se vieron obligados atender 3 millones 400 mil vehículos más por un problema con los airbag.
Toyota descubrió que la mayoría de los defectos de fabricación de muchos de sus modelos se produjeron por fallas en los procesos de ensamblaje a cargo de robots. Por eso, decidió reemplazarlos por obreros calificados en algunas de sus plantas. Los resultados han sido sorprendentes. La eficiencia aumentó, la cantidad de residuos en la línea de producción disminuyó y los problemas de calidad se han reducido al mínimo.
Deeper Blue, la computadora de IBM, venció al campeón de ajedrez Gary Kasparov. Pero después de la debacle causada por los robots en las plantas productoras de automóviles, el último round de la revolución industrial —por ahora— lo va ganando el hombre.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6