Por
Efraín Aldana
Seis millones de personas mueren de hambre en el país. Esta cifra aterradora es el resultado de un complejo de causas que se relacionan íntimamente. Comenzando por la corrupción. Tenemos el caso de los 310.000 millones de pesos de transferencias para el Chocó, que no aparecen por ningún lado. Sólo dejaron el saldo macabro de 49 muertes de niños en lo que va corrido del año. Luego vendría la violencia con sus ingredientes de desalojos y desplazamientos que arruinan a las familias. Además las masacres, las fosas comunes, las amenazas que engendran el miedo que paraliza todo desarrollo humano. A la vez, junto a la corrupción y la violencia encontramos el control de EPS y ARS en la Costa Atlántica por parte de las Auc. En otras palabras, el genocidio que prácticamente están produciendo los paramilitares al bloquear el funcionamiento adecuado de la salud en la costa. Pero por debajo está vibrante, como serpiente letal, la víbora de la inequidad, fruto de la codicia humana, del neoliberalismo y la no existencia de políticas gubernamentales que se sacudan de los lazos del capitalismo mundial.
La salud, especialmente la de los niños, se constituye en la savia del árbol frondoso de la vida. La solidaridad, como salida coyuntural de emergencia es un primer paso. Los programas alimentarios de la primera infancia y de los niños y niñas tienen que ser prioridad de todo gobierno nacional o departamental y de las instituciones como Bienestar, PMN (Plan Mundial de Alimentos).
Pero sabemos que lo anterior solo son pañitos de agua tibia ante ese incendio voraz de la desnutrición y del hambre. En las metas del milenio están asignadas estrategias claves para extirpar este flagelo. Como hablamos de metas a mediano y largo plazo, pensamos que en las primeras debemos establecer en los planes de desarrollo, oportunidades y acceso fáciles para que el mayor número de personas entren en la producción. Aquí los bancos de los pobres, de oportunidades, las cooperativas tienen especial desempeño. Junto al adiestramiento en la producción se hace necesario el crecimiento integral de las personas. Que sean capaces de creer en su dignidad, en su creatividad, la importancia de su aporte para el desarrollo económico.
Hay que comenzar por la valoración del cuerpo, del desarrollo de su energía, del bienestar que produce la armonía interior que se expresa en su cuerpo. Que hombres y mujeres sean capaces de disfrutar de lo bello de la vida, de la naturaleza, del arte, de su riqueza interior. Es indispensable, además, el aprendizaje de medios de relajación, de armonización, de expresiones artísticas como la danza, la música, la pintura y demás expresiones estéticas.
Pero todavía falta un objetivo final. Es conveniente que el ser humano se prepare, con razones y sentimientos, a una auténtica participación ciudadana. Que se sientan constructores de lo público, de una ciudad nueva, conformada por hombres y mujeres nuevos, que sientan que no están solos, que otro mundo es posible, que hemos nacido para seguir creando y no destruyendo o acaparando, lo que a todos les pertenece. En fin, ir creando ese espacio humano, que también será divino, donde quepamos todos.
fraldana@yahoo.com
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