Parecen estar en todas partes. Despachan a los niños, llegan impecable a la reunión de planeación de su trabajo, están listas para sacar el perro a pasear y en la alacena no falta ni la leche. Son seres de otro mundo dispuestos a escuchar el llanto de su hijo o dar una palabra de aliento cuando su marido lo necesita. Así es Luz Dary Cordero, una comunicadora social con tres trabajos que ama por igual, lo que conjuga con una vida familiar, con un esposo y un hijo de tres años que adora.
Confiesa que le rinde el tiempo porque “madrugo y me acuesto tarde”. El secreto de tener todo listo y a tiempo es “ser muy organizado”. Tiene la costumbre de hacer listas de lo que no puede olvidar hacer al otro día y con eso va a la cama, tranquila.
Para acabar de ajustar, no le faltan las páginas de lectura de su libro favorito. Es un hábito que la ha acompañado toda la vida y que no puede dejar, a pesar de las múltiples ocupaciones.
Coincide en que los “días ahora van más veloces, no rinden”, por eso a pesar del corre corre, su mayor premio es una sonrisa de Salomón, su hijo, o un “apapacho”, con el que toma un segundo aire y sigue la vida. “Que lo urgente no le quite tiempo a lo importante”, remata.
En lo que está de acuerdo Carolina Palacio, relacionista pública de varias firmas, entre ellas Natura. Su día comienza a las 5:30 a.m. cuando despacha a su hija Valeria Hernández, de 13 años, y sale a pasear a su mascota, Lucas. Ese es uno de los momentos más preciados del día, porque puede estar sola, respirar aire fresco, hacer algo de deporte y pensar. El resto del tiempo es un maremágnum de actividad. ¿Cómo sobrevive? “Porque todo lo hago con amor y pasión, sin duda a uno los hijos lo mueven”. Así no da pereza madrugar ni ir a trabajar. Basta con “cambiar el chip” para que ella decida dejar el trabajo a un lado para llevar a su hija a una reunión, o explicarle a su pequeña que debe entregar una tarea. Su truco es realizar todo sin olvidar las prioridades.
Y al final del día, cuando todos se acuestan, le gusta quedarse en el salón un rato y recapitular su día, es una manera de saber que quizás lo puede hacer mejor. Ella no se estresa, es una mamá todoterreno que nunca pierde su sonrisa.
DECÁLOGO DE LA MADRE TRABAJADORA
1. Delegue. Igual que como ocurre en su trabajo, hay asuntos que pueden hacer otros. Conozca bien las habilidades de la gente que le rodea y supervise.
2. Planee una separación de sus hijos. Si le toca viajar por razones de trabajo, haga un álbum de imágenes y pídale a la abuela o su esposo que le cuente historias suyas al pequeño, así la recordará con facilidad y no la extrañará tanto.
3. Si le preocupa el tiempo, enfóquese en la calidad. Si no le alcanzan las horas para encontrarse con sus hijos, utilice el tiempo del baño o el desayuno para comunicarse con ellos.
4. No le tema a la tecnología. El chat o las videoconferencia pueden ser excelentes medios de comunicación con sus hijos. Por supuesto no remplazan el abrazo ni la complicidad de una sonrisa.
5. Priorice. Lo urgente o de último minuto puede esperar si sabe que es importante revisar la temperatura en la frente de su pequeño. Tómese unos minutos para pensar en la decisión correcta.
6. Saque un tiempo para sí misma. Pueden ser minutos u horas. Pensar, jardinear, hacer ejercicio, dibujar o cocinar, todas estas actividades pueden ser una excusa para usted misma.
7. Póngase metas de corto plazo. Si ha dejado de arreglarse o se engordó por ser madre, póngase metas realistas y enfóquese en pequeños progresos.
8. Exaltarse o gritar no arregla nada. Si cree que sus hijos le escucharán más si alza la voz y grita, está equivocada. Este comportamiento no traerá paz a su familia.
9. Duerma bien. Haga listados de lo que tiene que hacer al otro día, escríbalos y luego despreocúpese de ello para que pueda descansar muy bien.
10. Comparta en pareja. Ser madre brinda enorme felicidad, pero no por ello, debe descuidar a su pareja. Dedíquele mimos y tiempo.
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