Pareciera que con los nuevos parques hubieran vuelto esas ganas de salir a jugar, a disfrutar de la naturaleza o, simplemente, a tomar el Sol mientras se eleva una cometa.
Para los medellinenses, no hay duda de que estos espacios, que han venido renovándose y construyéndose durante los últimos cuatro años, se han convertido en una "fantasía" para sus barrios, que ya tienen una cara diferente para mostrar.
Prueba de esa alegría que siente la ciudad con la existencia de estos sitios la reflejan Luis, Manuel, Santiago, Felipe, Cristian y Alexander, quienes no paran de saltar y de reír bajo el agua que brota de una de las fuentes del Parque Bicentenario.
Antes, no tenían un lugar divertido a dónde ir a pasar la tarde después de salir de clases, pero ahora están felices porque ya hay un espacio para jugar al fútbol y tirarse en la manga.
"El parque nos cambió la vida", dicen en coro los muchachos, mientras sus cuerpos se elevan nuevamente por los aires.
Al igual que los jóvenes, los más grandes también gozan de los nuevos espacios de la ciudad.
Para Joel Alzate, quien a sus 75 años aprovecha para salir a recorrer todos los días el Parque de La Milagrosa, el sitio se ha convertido casi en una bendición para el barrio.
Lo que más le gusta es que puede llevar a sus nietos a jugar mientras él aprovecha para "echarse" una partidita de parqués o dominó con sus vecinos.
Su voz se convierte solo en un eco de las cientos de expresiones de satisfacción que se escuchan al recorrer los sectores, en los que han sido inauguradas algunas de las obras.
Y como no, dirían algunos, si cuando hasta hace solo ocho años había menos de cuatro metros cuadrados de espacio público por habitante, ahora han llegado a ser ocho.
Sin duda, un gran logro por el que se debe seguir luchando si se tienen en cuenta los estándares internacionales (16 metros cuadrados por persona).
"Vamos por buen camino", parece decir Joel, cada vez que una sonrisa se dibuja en su rostro después de ganar una partida de parqués.
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