AnálisisEl triunfo de Hugo Chávez es una ratificación de un camino que se trazó Venezuela hace trece años, y mucho antes cuando se reveló contra un modelo neoliberal de hambre, miseria y exclusión que ameritó la rebelión popular del 27 de febrero de 1989 y dijimos al mundo que en Venezuela hay una democracia auténtica y una clara vocación de justicia e igualdad.
No estamos dudando que el comportamiento de la militancia de la oposición será similar al que ha habido hasta ahora en todos los procesos electorales. Puede haber grupos que instiguen a la violencia, pero sabemos que prevalecerá la lección que le estamos dando al mundo de que el pueblo entero quiere la paz, y por eso acudió masivamente a las urnas.
Venezuela ha sido líder al impulsar un nuevo modelo de integración basado en el respeto y en la satisfacción de las aspiraciones de nuestros pueblos en Latinoamérica, no como los planteamientos integracionistas del pasado, basados en el modelo de representación democrática que se concibe en el modelo burgués. Hemos avanzado en Latinoamérica con la creación de una nueva institucionalidad de relacionamiento entre las naciones, como el Alba, la Unasur y la Celac, a partir del impulso de la idea bolivariana propuesta por Chávez. Para nosotros es de un inmenso regocijo que Colombia esté hoy hermanada en ese sueño y que esté abrazando esas ideas desde su óptica y sus principios soberanos, buscando la paz como lo hace con esfuerzo el presidente Juan Manuel Santos.
Por otro lado, el Presidente reiteró el llamado al mandatario de E.U., Barack Obama, para restablecer las relaciones cordiales a partir del respeto de nuestra soberanía, que es lo que ha generado las diferencias con ese país.
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