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Negociación con Farc, mínimo, necesita otro año: analistas

Expertos dicen que el talón de Aquiles en los diálogos es el tiempo para definir los acuerdos.

  • Negociación con Farc, mínimo, necesita otro año: analistas | Humberto de la Calle dijo ayer desde La Habana que si se llega a un acuerdo integral con la guerrilla, los colombianos tendrán la última palabra para decidir si los aceptan o no. FOTO EFE
    Negociación con Farc, mínimo, necesita otro año: analistas | Humberto de la Calle dijo ayer desde La Habana que si se llega a un acuerdo integral con la guerrilla, los colombianos tendrán la última palabra para decidir si los aceptan o no. FOTO EFE
12 de octubre de 2013
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La premisa de celeridad en la negociación de la agenda con las Farc, para terminar con cerca de 50 años de hostilidades, es una premisa que, un año después de trazada en la instalación de la mesa de negociación, se ha diluido con el paso de los meses.

"Es un proceso ágil y de meses, no indefinidamente", y "no pensamos hablar con la guerrilla más allá de este año", fueron las declaraciones del Gobierno que el 18 de octubre de 2012 y, luego, este año, anunciaban un ritmo rápido de los diálogos.

Pero estos tiempos de negociación siempre han estado mediados por las declaraciones de ambas delegaciones, que ponen el proceso en un vaivén en cuanto al límite para lograr acuerdos. Las del Gobierno, que reiteran la premura para llegar a la firma de los puntos agendados; y las de las Farc, insistentes en la poca conveniencia de firmar "una paz exprés".

Ayer, en su última declaración desde La Habana, el jefe de la comisión del Gobierno, Humberto de la Calle, enfatizó en la celeridad y argumentó que esta fue el cimiento del diálogo para garantizar el cumplimiento con las expectativas de la sociedad sobre un acuerdo. "No es un capricho", expresó De la Calle.

"Ha sido la delegación del Gobierno la que ha insistido en que estos diálogos deben avanzar en la consecución de acuerdos y su lento avance les resta apoyo a estas conversaciones", dijo el jefe negociador del Gobierno, en referencia a la desconfianza de un amplio sector del país ante la prolongación de los diálogos,

Al ritmo lento de las negociaciones y pocos resultados se atribuye, en parte, la caída de la imagen del presidente Santos, según encuestas recientes.

No obstante, son precisamente los tiempos para lograr los acuerdos, los que han ido minando poco a poco la credibilidad del proceso, sumado a las acciones hechas por las Farc en el país, como la quema de una avioneta en Vigía del Fuerte o la voladura de varios tramos del oleoducto la semana anterior, o la detonación de explosivos cargados en un bus en Anorí.

¿Se debe acelerar o no?
Uno de los temas sobre los que diferentes esferas de la sociedad ponen en entredicho el avance y la credibilidad de los diálogos es el tiempo gastado en llegar a un acuerdo. En el primer punto, se tardaron seis meses para el consenso; en el segundo, van cinco y no hay luz verde.

En proyección, hecha por expertos consultados por El Colombiano (ver recuadros), el acuerdo definitivo tardaría dos años y tres meses (contando el tiempo del primero y segundo puntos). Es decir, el proceso terminaría en enero de 2015, sin contar con la verificación e implementación.

Ante este panorama, Carlos Lozano, director del semanario comunista Voz, es crítico, y señala que en un proceso tan complejo, "con puntos tan contradictorios no solo entre el gobierno y la guerrilla, sino con la sociedad civil donde hay tan distintas apreciaciones, se requiere de un tiempo necesario sin que sea indefinido".

Lozano ve en la celeridad que pide el Gobierno un afán de reelección de Santos que conspira contra la necesidad deprofundizar y llegar a los acuerdos.

En dirección contraria, Alejo Vargas indica que si se quiere llegar a un proceso final, "se tiene que acelerar el paso". El analista no ve con buenos ojos una suspensión de los diálogos pues, según él, cuando estos procesos se han suspendido, terminan permeados o se terminan del todo.

"A este paso se trataría de una suspensión de por lo menos seis meses y en este tiempo son muchas cosas las que pueden pasar. Tenemos ejemplos: En Tlaxcala (México) se suspendieron y nunca volvieron a sentarse", precisa Vargas.

Los negociadores de las Farc, como alias "Iván Márquez negaron la semana pasada que dilaten el proceso y los acuerdos. "Las demoras que se hubieren suscitado por la circunstancia de variar el orden de discusión temática de la agenda no son responsabilidad de las Farc y no pueden ser tomadas como factor para fustigarnos o conminarnos a una celeridad que no ha faltado".

Y alias "Andrés París" señaló que, aunque no se opondrían a una pausa en los diálogos en época electoral, no se ha discutido en la mesa de negociación".

Un atmósfera enrarecida
Para el politólogo y consultor en seguridad ciudadana, Álvaro Mejía, a un año de la instalación de la mesa, la atmósfera que rodea los diálogos de paz está enrarecida.

Lo primero que según Mejía comienza a enturbiarse es la posible participación del presidente Juan Manuel Santos en una reelección. "Es turbio ese escenario. Santos debe decidir si se lanza o no a un segundo periodo. Si lo hace y gana, asegura la continuidad del proceso, de lo contrario, con la llegada de otro presidente, estaría en duda la continuidad. El nuevo mandatario podría decir sí continúo o me paro de la mesa, y esto puede suceder".

Por esta razón, no deben suspenderse los diálogos, o por lo menos así lo considera María Victoria Llorente, directora de la Fundación Ideas para la Paz. "Eso ya tiene una dinámica de discusión de temas. Es más riesgoso parar y ver cómo se pueda reanudar el proceso que seguir con este haya o no elecciones".

Un año después de la instalación de la mesa, el Gobierno reiteró la celeridad. "Desde el principio ha sido la Delegación del Gobierno la que ha insistido en que estos diálogos deben avanzar más rápido", y descargó en las Farc la responsabilidad del lento avance: señaló que su idea de traer puntos para discutir no contemplados en la agenda ha retardado la negociación.

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