x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

No le creen ni en la casa

27 de julio de 2008
bookmark

En Centroamérica hay un perro que ladra pero no muerde. Un presidente que, aunque mantiene cierta regularidad en las primeras páginas de la prensa latinoamericana, dentro de su país se queda más solo.

Este es el caso del mandatario nicaragüense Daniel Ortega, el líder sandinista que llegó por segunda vez al poder en 2007 y que estará dirigiendo las riendas del Estado hasta 2012, sólo si el apoyo popular con el que se erigió, le dura tanto tiempo.

En Nicaragua, la percepción que existe sobre su presidente es la de un líder que llegó al poder después de matizar durante varios años y varias derrotas electorales del Frente Sandinista de la Liberación Nacional (Fsln), su discurso revolucionario y en ciertas ocasiones arcaico.

Lobo disfrazado de oveja
Ortega es un líder que conquistó un electorado joven, que mordió la carnada del progresismo sobre el anzuelo del discurso retrógrado. Se vendió de manera renovada, pero terminó siendo su propia reencarnación y una muestra del sandinismo involutivo.

Según César Micheo, director del Instituto Centroamericano de Estudios Políticos (Incep), Ortega lidera un gobierno desgastado por las muchas expectativas creadas en materia de justicia social, pero que han terminado permeadas por un contenido programático revolucionario y distinto al prometido.

Micheo agrega que el hecho de que Ortega en la actualidad quiera aparecer más como un líder político regional "no es un fenómeno exclusivo de los sandinistas, sino que es algo que todos los gobernantes hacen cuando necesitan generar un sentimiento de unión nacional y saben que las cosas internamente no les están funcionando".

Así se explica el por qué de un Daniel Ortega mostrándose como luchador de izquierdas regional, amigo de Hugo Chávez y enfrentando lo ideológicamente distinto, como en el caso colombiano.

El mal manejo de la economía y la inflación rondando techos de anécdota, las represiones a la oposición, el retiro de las personerías jurídicas a varios partidos opositores, sus vanos paliativos para reducir la miseria en uno de los países más pobres de América y la miopía en las relaciones internacionales tienen a Ortega como uno de los presidentes más cuestionados de la historia nicaragüense, aunque fantasmas al estilo Anastasio Somoza y Arnoldo Alemán, sean difíciles de igualar.

Las volteretas políticas, por lo general, terminan siendo fachadas para lograr el apoyo de los pueblos, distraer a los electorados y disfrazar circunstancialmente lo que entre las sociedades ya no cala tanto, o nada. Ese es el caso de Ortega, quien terminó siendo el mismo cuestionado de siempre. El que nunca cambió.

El castillo que se desmorona
No menos de siete multitudinarias protestas son las que al gobierno de Ortega le ha tocado soportar en las calles durante este año.

Entre marchas civiles y políticas, el encanto de los ciudadanos por su mandatario ha ido reduciéndose, a un punto que hasta las encuestas lo reflejan.

La firma CID-Gallup Latinoamérica realizó una sondeo de popularidad en Nicaragua arrojando que el 56 por ciento de los encuestados cree que Ortega hace mal o muy mal su trabajo partiendo del deterioro de su economía familiar. Según la misma encuesta, el mandatario nicaragüense comenzó su gobierno con más del 50 por ciento de aprobación. Ahora, sólo el 18 por ciento mantiene su respaldo a la gestión gubernamental.

Lo anterior significa que las marchas por las calles de Managua no son tan exiguas como el mismo Ortega quiere hacerlas ver.

El 27 de junio pasado alrededor de 60 mil personas protestaron en las calles de Managua contra las políticas de Ortega para cumplir con sus promesas de vivienda, trabajo, respeto a la institucionalidad, el acceso a la medicina y a la alimentación.

"El Fsln creía que era el único dueño de la calle. Ahora se dan cuenta de que es de todos y la sociedad entera puede salir a protestar por los incumplimientos de este gobierno", dijo a EL COLOMBIANO Mario Sánchez, miembro de la Coordinadora Civil (CC), ente que aglutina a cerca de 600 organizaciones ciudadanas a lo largo y ancho de Nicaragua.

No obstante, la CC no toma posturas políticas y se define como una organización en pro de los derechos ciudadanos, que nació para ayudar a los damnificados del huracán Mitch. Así es como el pasado viernes, en un encuentro nacional de enlaces (dirigentes de la organización), los líderes Georgina Muñoz y Mario Quintana hicieron un llamado al Gobierno para entablar un diálogo nacional por el desarrollo de Nicaragua; una propuesta ante el aislamiento y absorción del poder por parte del gobierno sandinista.

"Nosotros pedimos al gobierno de Ortega que así como él puede ser candil en la calle (activo políticamente hacia el exterior), no puede convertirse en oscuridad en la casa", sostuvo Sánchez. "Las salidas a las crisis de Nicaragua están adentro y con nosotros, dialogando, no afuera por medio de la retórica", concluyó.

Pero, por si en este gobierno los llamados a la concertación no calan, lo único que les quedará por hacer a los nicaragüenses, como lo dijo el embajador de E.U. en Nicaragua, Paul Trivelli, será nunca "rajarse, doblarse o rendirse".

Te puede interesar

¿Buscando trabajo?
Crea y registra tu hoja de vida.

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD