Hay fantasías de fantasías, y en el caso de los niños, es normal que durante los primeros años de vida vivan en un mundo irreal, de amigos imaginarios e historias en las que ellos protagonizan, así sea en el papel de villanos.
Esta etapa, explica la psicóloga Cristina Álvarez, con especialización en el manejo de niños, hace parte del proceso cognitivo del pequeño, entre los dos y los siete años de edad. "Es importante determinar el momento evolutivo y a esta edad, de 2 a 7 años, la mentira no se ve desde la perspectiva de la moralidad sino de la fantasía", explica.
Este proceso da paso a otro, cuando empieza el concepto moral a partir de los siete años y ya la mentira se dice por alguna motivación, por esconder algo y evitar un castigo.
Para este momento de la vida el niño ya es consciente de una serie de normas, tiene pensamientos más elaborados, se ha desligado un poco de la fantasía y su familia y el colegio se convierten en el ejemplo a seguir.
"La incongruencia entre lo que se dice y se hace la perciben claramente los pequeños. De ahí la importancia del ejemplo y el comportamiento de los padres porque pesa más que lo que pueda decir otra persona", precisa la especialista.
Advierte que los padres deben ser muy conscientes de sus actos ya que los niños son hoy muy perspicaces y en su proceso formativo lo visual es muy importante. "Ellos aprenden más por observación que por discursos y perciben fácilmente cuando se les dice una cosa y se hace otra ".
Consecuencias
El otro aspecto que destaca la psicóloga es la importancia que les deben dar los padres a las mentiras de sus hijos. "Primero deben ubicar el momento de desarrollo del pequeño y cuando saben que él es consciente de que hizo mal, deben hablarle, confrontarlo y asegurarse de que asuma las consecuencias. Dejar pasar el hecho dificulta el proceso de aprendizaje".
Ahora bien, cuando las mentiras se vuelven sistemáticas o conllevan graves consecuencias, como el reciente caso del niño que supuestamente volaba en un globo aerostático en Estados Unidos, el problema por lo general no está en el niño sino en su entorno familiar. En este caso, que tuvo despliegue informativo mundial, se confirmó que el niño fue obligado a mentir por su padre.
La especialista reconoce que toda regla tiene su excepción, pero anota que el "depende" se aprende a manejar en la adolescencia.
Y precisamente para explicar las excepciones, hablar claramente con los niños es muy importante.
En definitiva, una comunicación clara y directa es fundamental.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6