Iba retrasada y salió a parar un taxi en la calle para no tener que esperar en el teléfono. Al momento de pagar entregó, desde la banca de atrás, un billete de 20.000 pesos que acababa de sacar de un cajero electrónico. En seguida el conductor comenzó a manipular el billete: lo miró contra la luz, lo dobló en una esquina, pasó los dedos sobre los números impresos, hasta que dijo al fin: "este billete parece falso, ¿tiene otro?"
Juliana sabía que con lo que había en su billetera no alcanzaba para pagar los 14.000 pesos que marcaba el taxímetro.
"¿Cuánto tiene?", preguntó el conductor.
"Solo tengo 8.000 pesos".
"No importa, démelos y dejemos así", repuso.
Sintió pena de haber pagado menos por el valor del servicio, pero a la vez se extrañó de una rebaja tan generosa. Más tarde, al intentar pagar otro servicio le devolvieron el billete y allí comprobó que el taxista le había mentido y, encima, la había tumbado.
Caso que se repite
Como en el caso de Juliana, varios lectores de EL COLOMBIANO nos han reportado haber sido víctimas del cambio de sus billetes por otros falsos en el momento de pagar una carrera en taxi.
A Eliana, otra usuaria del servicio, le ocurrió el sábado pasado cuando tenía que transportar una cuna que le regalaron, para su sobrino, en el barrio Manrique.
"Buscamos un taxi grande y lo cogimos en la calle", explicó la mujer, a quien la acompañaba en ese momento su papá, de 68 años.
"Llegamos a la casa y mi papá nada que se bajaba del taxi. Estaba hablando con el conductor".
"¿Qué pasó?", preguntó Eliana acercándose al lado del taxista.
"Es que el señor quería ver el billete de 50.000 pesos. Quiere anotar el número para hacerlo en chance", respondió su padre sin bajarse todavía del vehículo.
"Me dio desconfianza y es que el tipo ni siquiera era capaz de escribir el número", comentó la mujer.
Pidió el billete, pero el taxista la interrumpió dictando un número de cuatro cifras. Entonces ella misma copió el número, mientras su papá se bajaba del carro.
"A ver el billete", insistió, con el ánimo de alcanzar a hacer el reclamo en caso de confirmar su sospecha.
"Le alcance a decir: papi, ese billete está más falso que una moneda de cuero, cuando el conductor salió volado".
En principio el señor no creyó que lo habían timado y argumentó que le pudieron entregar el billete falso en el banco, junto con otro de 10.000 pesos.
Pero su hija lo aterrizó al recordarle que ella siempre revisa con él los billetes que le dan en el banco al cobrar su pensión.
"Él me dijo que este de 10.000 pesos estaba falso, por eso tuve que pagar con sencillo", explicó. "Después fue que me pidió el de 50.000 para copiar el número".
La denuncia o el olvido
Eliana reportó su caso a través de la línea 123 y aportó la placa del taxi. Le indicaron que debía establecer la denuncia ante la Fiscalía por los delitos de estafa y tráfico de moneda falsificada. Le anticiparon también que era un caso de menor cuantía, y era probable que el taxista no fuera a la cárcel.
Aún así cree que es mejor realizar la diligencia.
Juliana, protagonista de la primera historia, mientras estaba en su trabajo, se animó a revisar el billete; lo comparó con otro que tenía un compañero. Las diferencias se hicieron evidentes. Decidió destruirlo y tratar de olvidar que había sido timada.
Al romperlo, el billete con las imágenes de la luna y de Julio Garavito se rasgaba como papel para escritura.
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